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Suave California


Si ves que todo va demasiado deprisa y que a veces desearías parar el tiempo para saborear cada instante, este es tu post.

Esta época del año es muy dada a crear nuevas rutinas. El Otoño es para venirse arriba y querer cambiar todo de sitio. Piensas "ahora sí que sí" voy a tenerlo todo en orden y al día... en Noviembre te das cuenta de que todo vuelve a estar igual que antes y que sigues a salto de mata por la vida.
Sea  cual sea tu manera de organizarte, puedes incluir en tu lista de nuevas rutinas algún hábito Slow, algo que te ayude a decirle al cuerpo "eh, para el carro que ya te estás embalando".

Últimamente leo muchos post, escucho podcast y atiendo mucha de la información que sale sobre los hábitos, parece que están muy de moda. Casi todo el mundo hace retos de 21 días para todo. Como si 21 días fueran suficientes para instaurar un hábito (un falso mito). Hace falta algo más que repetir una acción durante 21 días para cambiar nuestros hábitos, aunque eso es otro tema.
Lo que sí está claro es que para cambiar un hábito nos tenemos que poner serios, organizarnos muy bien y no pensarlo mucho, si no, me temo que terminarás desistiendo (como ir al gimnasio).

Quiero compartir contigo 10 de los hábitos que a mí me están cambiando la vida, y aunque a veces no es fácil y la vida te empuja a pisar el acelerador, tengo mis salvavidas que me hacen parar, resetear y volver a lo importante. Me está costando mucho cambiar algunos, toda una vida haciendo algo de determinada manera no se arranca de raíz así como así. Pero con lo poco que llevo avanzado es tal la satisfacción que siento que necesitaba compartirlo.

Ahí van mis 10 tips para que tu día tenga más calma.


1. Levantarte antes.

No me canso de repetirlo, levantarte antes cambia la visión de tu día. Aquí cada uno debe valorar el tiempo que necesita, en mi caso son 30 minutos antes de lo estrictamente necesario, y en ocasiones más.
Estos 30 minutos me sirven para meditar, estirar el cuerpo y desayunar tranquila. Después de esto y cuento llega el momento de empezar la marcha yo ya estoy activada, con energía y de mejor humor (que también hay que decirlo). Y otro punto a favor es que así me da tiempo a dejarme la casa arreglada antes de salir, y eso es paz mental.

2. Meditar, 10 minutos.

Ya ha salido en el anterior apartado pero merece una mención a parte. ¿Cuándo tienes una cita contigo misma? Para mimarte, conocerte o entrenarte para respirar mejor y relajarte. No hace falta tener una crisis de ansiedad para aprender relajación. Meditar nos ayuda a todo eso, a controlar el pensamiento, nos fuerza a tener un momento de paz y centrarnos en lo positivo. No es necesario estar todo el día, con 10 minutos tienes más que de sobra. En Youtube puedes encontrar muchos vídeos con meditaciones guiadas, al principio te servirán de mucha ayuda.

3. Poner horario al móvil. Dejarlo fuera del alcance y verlo sólo cuando es necesario.

Si trabajas con el móvil no te queda otra, pero en tus ratos libres apárcalo. Es más déjalo fuera de tu alcance a conciencia. Si alguien te llama por una urgencia lo oirás, el resto no preciso que lo atiendas de inmediato. Estar mirando el móvil constantemente es una carga mental por no decir adicción, que también. Y aquí (en esto me incluyo) hay que esforzarse porque tener el móvil en la mano ya se ha convertido en un fuerte hábito en nuestras vidas difícil de controlar, es un ladrón de tiempo, de calma y de conciencia del presente. Nos roba el control de nuestros pensamientos y nos convierte en consumidores pasivos de información. Así que si sacas tiempo para Facebook o Instagram, también lo tienes para meditar.

4. Ordenar un espacio al día.

Algo que nos ahorra tiempo, nervios y discusiones es el orden. Tener pocas cosas y que estén en su lugar nos aporta tranquilidad, pero cuesta trabajo y mucho. Sólo de pensar en el cambio de armario me dan escalofríos. Si eres como yo te recomiendo que ordenes un espacio al día. Ya sea un cajón, un rincón o la nevera. Y lo más importante mantenerlo así. Da mucha satisfacción cuando ves que poco a poco tomas el control del orden y hasta le coges el gustillo.

5. Comer bonito.

Comer sentados, con un mantel bonito, en tus platos favoritos y todos los días. No esperes a las visitas y ni veas cómo esas copas cogen polvo. Un día especial puede ser hoy mismo, ni mañana ni el domingo... HOY.

6. Encontrar un momento para la atención plena.

Estás en la cola del banco esperando tu turno, te propongo un ejercicio mental:
Intenta nombrar:
5 cosas que ves, 4 cosas que oyes, 3 olores, 2 cosas que notas en tu piel, y 1 sabor.

De esta manera centras tu atención a tus sensaciones y conectas con el presente, hazlo de manera habitual y cada vez te resultará más sencillo atraer a tu atención al aquí y ahora.

7. Abrazos conscientes.

Podría considerarse otro ejercicio de atención plena pero merece un punto por sí mismo. 
Un abrazo largo nos aporta multitud de beneficios. Y además da mucho gustito, así que abraza sin reparos a quién más quieres, aquí y ahora y sin avisar. Verás su cara de sorpresa y una sonrisa, todo son ventajas.

8. Apostar por un gesto sostenible.

La naturaleza es un anestésico natural, dar un paseo por el campo oxigena. Estoy intentando trasladar esas sensaciones a mi casa, comiendo de manera más natural o consumiendo productos que sean sostenibles. Hay una amplia gama de productos ecológicos y naturales para nuestra cosmética, limpieza de hogar y consumo en general. Devolver a la naturaleza el favor de darnos la vida con gestos como el reciclaje o reducir el consumo de plásticos se ha convertido en el pan de cada día y en algo que forma un valor importante en la educación de nuestro hijo.

9. Ritual Slow a la semana como mínimo.

Volvemos a lo de siempre, no nos queda tiempo para nosotras. Hay que esforzarse para que estos rituales sean de obligado cumplimiento. Si mi ritmo de trabajo es acelerado pero pienso "hoy me toca" mi rato de baño, pilates, mi té y libro, mi café con amigas, etc. Sea cual sea tu ritual de desconexión. El día pinta de otra manera, esfuérzate por conseguir tu momento de parar.

10. Antes de dormir agradecer todo lo bueno del día.

Meterse en la cama y hacer un barrido rápido de tus mejores momentos. Búscalos porque realmente los hay y en grandes cantidades. Centrarse en lo positivo, en lo bueno que nos ha pasado o hemos conseguido e intentar dormirte con esa sensación.
A todos nos pasan cosas malas pero rumiarlas sólo nos aporta peor humor, sentirnos mal y actuar en consecuencia. Nos lleva a entrar en el círculo del pesimismo. ¿qué crees que pasaría si nos centráramos en lo bueno que nos pasa? Por arte de magia no desaparece lo malo (siento contradecir a las teorías de "El secreto")  pero nuestro humor y percepción de la vida sí que cambia, y el cómo estamos afecta a lo que hacemos y cómo resolvemos los problemas, recuerda lo bueno, siempre.

No creas que mis días ahora son perfectos, ni mucho menos. Sigo discutiendo, Luca sigue teniendo rabietas, se me sigue haciendo tarde a menudo y a veces me cargo de tantas cosas que me superan.
Pero sé que esa no es mi manera de vivir, son excepciones y retos a los que te debes enfrentar y superar. Tener en el horizonte una escapada vista, o saber que hoy toca ritual Slow (y pongo a Dios por testigo que nunca volveré a procastinarlo) alivia. Parar en medio de la tormenta y respirar te da más fuerza que el chocolate, créeme. 
Te animo a que vayas introduciendo algún cambio, algún tip de esta lista u otro que vaya mejor con tu personalidad pero que lo hagas ya, hoy mismo. 

Si te decides a empezar házmelo saber y deja un comentario con el tip que has elegido y cómo te sientes al empezar a incluirlo en tu vida.

Gracias por estar ahí, nos leemos la semana que viene.

Besos, Vanesa.
octubre 21, 2019 4 comentarios

Tal cual, así como suena, EL PUÑETERO MUNDO DE LA CULPA.
Aun a riesgo de sufrir envestidas por mamás que no estén de acuerdo conmigo, ya sabes que a veces lo políticamente correcto se queda corto y hay que echar valor para expresar lo que una siente, aunque suene mal.

Es curioso como la maternidad evoluciona contigo. Al principio experimentas la explosión en toda la cara con comité de bienvenida incluido. Cuando le vas cogiendo el aire sufres el enamoramiento más dulce olvidándote de todo, todos y toda tú, que también hay que decirlo. Cuando a tu pequeño le van saliendo alas y cada vez te necesita menos lo que echas de menos es volver a sentirte tú, aunque hay un pequeño problema:

-"Vale, niño adaptado en el cole, asuntos de casa más o menos en orden, marido más o menos en orden, bancos, trabajo, compra, familia... se me olvida algo... siempre me pasa igual...¿qué era?... ¡ah! sí: YO".

Porque si necesitas un rato para ti te guardas las ganas, siempre hay algo más urgente que hacer ya sea trabajo, tareas del hogar o reuniones varias. Y mira que te obligas apuntándotelo en la agenda y todo, pero la sensación de CULPA no la tapa ni el subrayador más potente del mercado.

Te sientes culpable de pensar en ti primero. Parece mentira pero en la sociedad aun está bien visto ser (o mejor dicho aparentar) una mujer mártir que lo da todo por los demás, que no sufre ni padece, que todo le parece bien. Ser "una cosa" que funciona de manera puntual y correcta es lo más aceptable. Porque la que se queja y lucha es una "feminazi" y la que sigue el canon es una "machista" antigua. Hagas lo que hagas hay etiqueta, como si hubiera sólo un camino correcto. 

Creo en el feminismo como sinónimo de igualdad, en esto hay mucha confusión alimentada también por el miedo al cambio. Pero tampoco me gusta que me impongan cómo tengo que pensar, actuar o educar. Difundir información, educar libremente en el abanico de ideales y que cada uno elija con lo que se siente cómodo.

En una ocasión me atreví a opinar en una conversación acerca de la necesidad que a veces sentimos de dejar a los niños con los abuelos y largarnos en plan pareja de novios. Mi comentario fue que no dejaba de sentirme culpable por tener esa necesidad y que salía menos veces de las que me gustaría pero que me tenía que "obligar" a mí misma a hacerlo. Una persona me contestó diciendo que ella nunca había dejado a su hija de 3 años porque no le apetecía dejarla, que ahora estaba de moda eso de ser "malamadre" y salir cuando en realidad lo que teníamos que hacer es estar más con nuestros hijos.
Después de que se me recompusiera la cara de plástico, pensé en que esta chica y yo éramos tan diferentes que no llegaríamos a ningún punto intermedio. Le expuse que me alegraba de lo feliz que era sin dejar a su hija pero que yo sí necesitaba salir y estar sin mi hijo y que no había nada de malo en ello, es más si yo estoy feliz seré mejor ejemplo a seguir para él.

Porque eso es una razón más que potencia la CULPA, hay frases, hechos, ideas grabadas a fuego que nos hacen sentirnos culpables a diario:

- Qué dirán.
- Y si no sigo la moda.
- Es que las madres lo hacen mejor.
- Falso mito de la "super mamá".
- El cordón umbilical "invisible".
- Buena madre, mala madre, madre real...

Así que no sufras, hagas lo que hagas te vas a sentir culpable. Dime si no te has sentido identificada con alguna de estas frases:

Si das pecho hasta los 3 años o más: "lo estás malcriando".
Si tienes que dejar de dar pecho por la razón que sea: "es que no te has esforzado lo suficiente por la lactancia".
Si vuelves al trabajo en terminarse la baja: "abandonas a un bebé de cuatro meses".
Si coges una excedencia: "eres una vaga que no quiere trabajar".
Si tu hijo juega solo con juguetes de madera "estás criando al niño en un entorno ficticio aislándolo de las tecnologías".
Si le dejas la tablet "le vas a causar daños cerebrales irreparables".

¿Seguimos? Porque podemos estar así todo el día. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, siempre va a haber alguien que piense lo contrario, y no te preocupes que te lo hará saber. Pero eso no tiene por qué afectarte. 

A estas alturas de mi maternidad me he dado cuenta de una cosa. 

Cuando tienes un hijo vuelves a nacer.

Solo tienes que mirar de una manera diferente y con algo más de detalle a las madres recientes. Observarlas cuando hablan y cuentan lo que realmente piensan. La maternidad es un renacimiento para nosotras, solo hay que saber reconocerlo. Como hecho trascendental hace que te replantees toda tu vida de arriba abajo. No sólo a nivel laboral si no algo mucho más profundo. 
Si lo piensas tiene todos los ingredientes para ayudar a que esto sea así, pasas muchas horas a solas con tu bebé, en casa, en silencio por las noches. Sientes un nuevo amor que te supera y que lo cambia todo alrededor.
De repente y aunque te parezca lo contrario, eres más creativa, más sensible y estás más en contacto contigo misma que nunca. Si todo esto lo enfocas a otra cosa en lugar de sentirte culpable pueden surgir cosas maravillosas. Lo veo a diario a mi alrededor, mujeres que después de ser madres cambian su carrera y se dedican a otra cosa que les hace más felices, otras que descubren una faceta de ellas relacionada con la maternidad que no conocían hasta ahora. Mujeres que descubren lo fuertes y valientes que son.

Y ¿sabes que han hecho esas mujeres?, ESCUCHARSE a sí mismas y no a los demás. 
Asumir que la vida es equivocarse quita un gran peso de encima.

La próxima vez que te descubras sintiéndote culpable haz una cosa, enumérate a ti las razones de por qué estas actuando así igual que si se lo dijeras a "la chica que nunca dejaba a su hija" para convencerla de tu opinión. 
Por ejemplo, si dejas de dar el pecho porque en el trabajo no te lo ponen fácil para llevarte el sacaleches y ves que tú bebé no tiene la suficiente leche materna para alimentarse, ¿qué le dirías?. Seguro que le dirías que hay leches de fórmula muy buenas y se puede intentar una lactancia mixta y no pasa nada, le dirías que tu hijo se va a criar igual de fuerte y sano. Y seguro que miles de argumentos más. 

Lo que te diría una buena amiga sería, "deja de machacarte" "lo estás haciendo bien". Ahí tienes la clave, deja de machacarte porque lo estás haciendo bien. Y si quieres un salvavidas, ¿sabes de lo que nunca te vas a sentir culpable? de todo el amor que le das, de todos esos abrazos y besos que solo le hacen bien. 
Así que la próxima vez que dudes, que te sientas culpable o simplemente te sientas mal corre a abrazar y besar a tu peque, la situación no cambiará pero le estarás haciendo bien a él/ella y a ti misma y de eso, ya te digo yo, que no tienes que tener la menor duda.

Gracias por estar ahí, nos leemos la semana que viene.

Besos, Vanesa.



octubre 07, 2019 No comentarios
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¡Hola! Soy Vanesa, una mamá novata de trentaitantos a la que le gusta disfrutar de las pequeñas cosas siguiendo un ritmo slow e intentando llevar mi maternidad con calma. Me chiflan las cosas bonicas, la fotografía, la comida, los planes en familia y andar en furgo recorriendo el mapamundi.


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