facebook instagram
Con la tecnología de Blogger.
  • Home
  • Slow Life
  • Viajes
    • Van Life
  • Maternidad
    • Maternidad con calma
  • Recetas
  • Sobre mi
  • Contacto

Suave California

Arriesgado, lo sé. Por lo visto en esto de la maternidad todo lo que se salga de lo políticamente correcto es tachado de herejía, pero aun así me arriesgo, voy a contar mi manera de vivir la maternidad. Al fin y al cabo este blog va de eso, de contar mi visión de las cosas. ¿Cómo no voy a hablar de lo que hasta ahora ha sido lo más importante que me ha pasado?. Ojalá alguien me hubiera contado a mí algo así, por lo menos hubiera estado preparada, aunque pensándolo bien, quizás sí me lo contaron pero no escuché, preferí quedarme con lo bueno, con lo que "suma".


Foto: @raulbarrero


27/10/2016

Son las 5 de la madrugada, llevo ya casi 24 horas sin dormir y sintiendo dolor.

Siento que no puedo más, noto el cuerpo entumecido y aún así siento dolor, creo que se ha quedado en mi mente y no puedo dejar de sentirlo. Decido que me dejo llevar y que hagan lo que tengan que hacer pero yo, yo no puedo más. De fondo oigo a mi marido "vamos, lo estás haciendo muy bien". Otras voces me gritan "empuja, empuja que ya está la cabeza!". Transcurre un tiempo que para mí es indefinido, cuando vives algo tan intenso tu cerebro te juega malas pasadas y no consigue grabarlo con claridad. Oigo llorar a un bebé y siento alivio, alivio físico y emocional, lo primero que pienso: "ya está..." me lo acercan a la cara unos segundos, estoy nerviosa por conocer a la persona más importante de mi vida y deseosa de sentir ese flechazo de amor maternal pero... nada, no siento nada. Veo a mi marido cogerlo en brazos y llorar de emoción sin dejar de repetir lo bonito que es. Mientras, yo tumbada, exhausta y vacía, con una voz en mi cabeza que me grita CULPABLE.

Llego a la habitación y es hora de dar el pecho, duele, no sé como hacerlo, qué digo, no sé ni como cogerlo en brazos. Empiezan mis nervios, lo volvemos a intentar pero no es nada fácil, mi bebé empieza a ponerse nervioso también y comienza a llorar, supongo que le estoy transmitiendo mi ansiedad, mejor lo dejamos para más adelante.
La anestesia comienza a desaparecer y yo a encontrarme peor, quiero dormir pero no puedo, en realidad no puedo dejar de mirar a ese bebé, no puedo creer que sea mío. "Vanesa tienes que seguir intentando que se coja al pecho", me repiten las matronas y yo con más miedo que otra cosa lo vuelvo a intentar. Duele cada vez más y mi pequeño no consigue engancharse ni a la fuerza. Rompo a llorar mientras pienso: no sirvo, no puedo, no voy a poder, la lactancia materna es lo mejor para él y ni eso voy a darle... otra vez CULPABLE.
Mejor intento descansar y tranquilizarme, parece que todo ese instinto que debería aflorar y me debería guiar diciéndome lo que tengo que hacer no ha aparecido todavía y mis nervios no ayudan. De repente me despierto, no sé ni que hora es, me giro sobre mí misma y los veo a ellos, a mi marido y a mi hijo juntos, debería ser un momento emotivo para mí pero empiezo a tener ansiedad, siento que no voy a poder, esto me supera, no quiero verlo, necesito salir de aquí. Debería estar feliz porque todo ha salido bien, mi hijo tan deseado y buscado durante tanto tiempo está aquí y está bien, pero yo no me siento feliz, me siento CULPABLE.


⤎⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⠂⤏

Esto es sólo un ejemplo de cómo me sentí durante esos días. Mi primer contacto con la maternidad no fue lo que se dice idílico. Ahora sé que es normal, que todas las emociones son normales y un cambio tan brutal necesita su tiempo de asimilación, creo que "brutal" es la palabra exacta por que dar a luz es lo más brutal que he podido experimentar en mi vida. Yo ya sabía que algo así podría pasarme, lo he leído y hasta estudiado pero no piensas que te puede pasar a ti. Obvias las estadísticas y te quedas con la información que te llega que suele ser de madres perfectas y felices dando de mamar a sus hijos con una gran sonrisa en sus casas perfectamente limpias y ordenadas, y claro, luego te ves a ti y piensas: ¿dónde está el truco?, ¿Por qué me están enseñando algo que no es real?.


Los días que vinieron después de dar a luz tampoco fueron mucho mejor, repito, en mi caso. Aunque cada vez me encontraba mejor con mi bebé y la lactancia se fue normalizando yo seguía sintiendo que no era yo, me había transformado en alguien que no me gustaba. Me pasé 9 meses preparándome para el parto haciendo ejercicios, yoga, respiraciones y estiramientos pero me dejé el después en el tintero. Al fin y al cabo el parto es un rato malo, pero un hijo... es para toda la vida. Mi cóctel de hormonas y mis expectativas de cómo iba a ser la maternidad bailaban constantemente en mi cabeza, y ¿sabes cual era el sentimiento resultante? exacto, la CULPABILIDAD. Pensaba que mi hijo no se alimentaba bien por mi culpa, la casa era un desastre por mi culpa, no dormíamos bien por mi culpa, y así un largo etcétera. Pero ¿por qué?  si en la maternidad "todo suma" ¿no?, pues no amigas, no siempre suma.
Echo la vista atrás y pienso, no es para tanto solo necesitaba un poco de tranquilidad y sentido común. Ahora lo veo y podría enumerar las cosas que me han ayudado a sacar un poco la cabeza y disfrutar de este regalo tan bonito como es mi pequeño Luca. Si pudiera hablar con mi yo del pasado le diría unas cuantas cosas y algunos consejos que me gustaría compartir:

1. Para empezar, tranquila, date tiempo para ajustarte a la nueva situación. No pretendas ser una experta sin haber hecho el rodaje, te aseguro que sabrás hacerlo y si no sabes algo, pregunta.

2. Busca ayuda, no tengas reparo en llamar a alguien para que puedas ducharte o simplemente salir al balcón a respirar. Te aseguro que las abuelas lo están deseando. Y sobretodo acepta la que te ofrecen, no vayas de superwoman que eso no existe, lo que no puedas hacer hoy se hará mañana. Pide que te hagan calditos, qué digo! que te llenen el congelador!! te van a venir muy bien.

3. Ponte guapa y sal a la calle. Por favor sal a la calle!! cualquier cosa que le pueda pasar a Luca también se puede solucionar fuera, así que pintarte los labios y coger el carrito es tu mejor opción te lo aseguro.

4. Llama a tus amigas mamás. Ellas lo han pasado ya y lo tienen reciente, ellas te van a entender y tú necesitas desahogarte así que sin reparos, llámalas a la hora que sea y el tiempo que necesites.

5. Aprovecha este parón y disfrútalo. Llevas años quejándote de que te gustaría pasar más tiempo en casa así que enchufa el Netflix, te va a dar tiempo a ver todas las temporadas de las chicas Gilmore y más de una película, la lactancia es lo que tiene: horas de sofá y manta.

6. Deja de compararte. Compararte con las demás y no precisamente de manera positiva es lo que te lleva a sentirte siempre culpable. Sé crítica y permítete ser normal.

7. Por último y lo más importante. ¿Te acuerdas cuando en el hospital no podías dejar de mirar a ese bebé? pues no dejes de hacerlo nunca, el tiempo pasa muy rápido y él crecerá más rápido aun. Todos esos miedos y preocupaciones pasarán poco a poco al mismo ritmo que crecerá tu amor por él. No te sientas culpable por no haber sentido ese "flechazo", simplemente no estabas preparada para sentir tanto amor de golpe, lo vuestro se va a cocer a fuego lento y sin límite de tiempo.

Foto: @raulbarrero

Transcurridos casi dos años del puerperio (el nombre en sí ya se las trae) y con mi vida más o menos reestructurada pienso en todas esas imágenes de familias perfectas y sonrientes las 24 horas, con sus casas pulcramente limpias y ordenadas dando el mensaje de que "la maternidad solo suma", y ¿sabes qué? que me entra mucha risa, porque la maternidad no sólo suma, también resta, multiplica y hasta hace ecuaciones de segundo grado. A mí lo que me vale es el resultado, que después de tanta operación y por arte de magia siempre es positivo, o como dirían las abuelas: "al final, todo compensa hija".

Besos 
Vanesa.






julio 30, 2018 4 comentarios
Dicen que a veces los sueños se cumplen. Tranquilidad, no voy a hablar sobre Paulo Coelho ni de “El secreto” en plan el universo conspira para cumplir lo que deseas. Pero es que a veces es así.


Desde chiquitita me ha gustado el cine. Nací en 1980, así que me he criado adorando a Spielberg, como no podría ser de otra manera. Cada tramo de mi infancia ha sido marcada por alguna de sus películas, ya sean dirigidas o producidas por él.  Creer en los extraterrestres por E.T o Encuentros en la tercera fase. La navidad no sería la misma sin tener los Gremlins de fondo mientras montamos el árbol. Nadar en el mar y no pensar en Tiburón es casi imposible en mi caso. Morir de terror al ver una tele encendida sola en medio de la noche gracias a Poltergueist. Sentir que tienes un corazón aventurero como Indiana Jones y enamorarte sin remedio de Marty Mc Fly en Regreso al futuro. Pero sin duda alguna mi gran debilidad: Los Goonies.


Los Goonies marcaron mi infancia. En un mundo donde la máxima tecnología era un "walkie talkie" ver los Goonies era lo más. Pandilla de chavales, un tesoro pirata, unos malos italianos, bicis, persecuciones, aventuras, todos los ingredientes para dejarte enganchada toda tu niñez. Todo eso y una cosa más, el ambiente cálido y hogareño de los escenarios. Ese pueblito costero que te lo puedes recorrer en bici, esas casas de madera en medio de árboles enormes, y esa playa infinita llena de rocas y acantilados, me encantaba ese sitio.
Años más tarde me enteré de que ese sitio existía de verdad que estaba en Oregón y que se llama Astoria. Y no sólo eso, la casa de los Walsh seguía en pie!, bueno la casa y casi todo el escenario de la peli. De hecho era y es un sitio de peregrinación de los fans de la película. Bueno, bueno, bueno…  Pero, que va! Cómo voy a ir yo hasta Oregon para ver una casa y un pueblo! Vete quitando esa idea de la cabeza y pongamos los pies en la tierra.

Siguieron pasando los años, y llegado el momento de organizar el viaje de unas vacaciones se me encendió la bombilla. Teníamos organizada una ruta en coche por la costa Oeste de Estados Unidos. Un viaje en el que íbamos a recorrer la costa de California y… un momento, Oregon colinda con el Norte de California, ups! Casualidad o no nos pusimos a ver vuelos y cuadrar fechas para poder visitar Astoria. No sé si lo he dicho pero mi marido es más fan que yo de los Goonies y  tengo archivos que lo demuestran, pero será mejor no mostrarlos no me vaya a costar un disgusto conyugal.

Así que sin haberlo planeado adrede me ví subida en un avión cuya primera parada me iba a llevar a Astoria!! Sí señores, iba a cumplir uno de mis sueños de niña y eso merece la primera entrada sobre viajes de este blog. No conozco a nadie más que haya estado allí así que creo que puede resultar curioso llevarte de paseo hasta los muelles de Goon.


Astoria es un pueblo precioso. De esos donde no hay edificios altos, la gente es amable y se respira tanquilidad. Sólo llegar ya es bonito, tienes que atravesar carreteras estrechas entre bosques verdes con árboles gigantes, o pasar por majestuosos puentes sin poder evitar recordar escenas de otras películas. Disfrutar del viaje y no sólo del destino es uno de mis lemas, así que verme en un coche con mi chico y recorriendo parajes así  fue algo inolvidable.
Nos alojamos en el  Hotel Commodore. Queríamos algo céntrico para poder disfrutar a tope nuestra estancia y poder ir a pie a todos los sitios que teníamos pensado visitar.



No esperábamos que el hotel iba a tener tanto encanto. Situado junto a los muelles el hotel Commodore olía a hogar, no sé como describirlo pero esa fue la sensación que me dio al entrar. Además la cafetería no podía gustarme más, seguimos sumando puntos. Estaba deseando pedir un desayuno con tortitas y sirope de caramelo, "donde  vayas haz lo que veas", no?.


A pesar del cansancio por el vuelo y luego el camino en coche hasta llegar a Astoria, soltamos las maletas y sin cambiarnos ni descansar nos echamos a la calle. 



Menuda experiencia me esperaba y yo que soy una persona muy emotiva y sentimental  no podía dejar de llorar al sentir que estaba allí. Era como si le hubiera abierto una puerta a mi niña interior y la dejara disfrutar de ese viaje, para ella solita.


Edificios como la cárcel (reconvertida en un museo de la película y de otras que también se rodaron en el pueblo), la bolera,  el museo de historia y como no, la casa del protagonista. No pudimos evitar hacernos la típica foto frente a la casa, a pesar de que el actual dueño no nos pusiera muy buena cara.  Un dato curioso, fuimos en agosto de 2015, justo en ese año se celebraba el 30 aniversario del estreno de la peli con lo que las visitas a esa casa fueron muy numerosas. Un goteo incesante de curiosos haciéndose fotos en la puerta de tu casa o incluso, los más maleducados, tocando al timbre haciendo el “supermeneo”. Normal que los actuales inquilinos unos días después de nuestra visita decidieran tapar la fachada por estar hasta las narices!



Otro de los emplazamientos emblemáticos de la peli nos llevó hasta Cannon Beach. Es la playa que sale en la peli y que no está en Astoria si no a 40 minutos en coche, con lo que eso de ir en bici tal y como lo hacen los goonies no es del todo cierto. 




Esa costa es un espectáculo natural, estoy acostumbrada a ver playas, vivo muy cerca del mar, pero esas playas del pacífico son otra historia. Cannon Beach forma parte de una reserva natural, puedes pasear por sus bosques frente al mar, ver a los surfistas sobre las olas o darte una vuelta por en centro del pueblo comer y disfrutar viendo las casas preciosas que hay frente al océano.



Resumiendo, para mí uno de los lugares más especiales que he visitado, ya no por su rareza o su belleza (habrá miles de sitios más peculiares que este) pero, cuando eres niño todo lo ves de manera diferente. Todo lo vives con más ilusión y lo disfrutas con los 5 sentidos y este viaje no lo hice yo, si no mi niña interior enamorada de las pelis de Spielberg.

Te animo a que hagas algo por tu niña o tu niño interior, no tiene por qué ser un viaje, intenta recordar algo que te apasionaba pero no tuviste la oportunidad de hacer o simplemente echas de menos. Con el paso de los años olvidamos cómo disfrutar de las experiencias a tope. Cuando eres niño simplemente estás aquí y ahora, no piensas en  que tienes que terminar pronto para hacer la cena o tender la lavadora, por eso conseguíamos disfrutar más y hacer que el tiempo se parase. Los veranos eran eternos y una tarde en la piscina duraba una eternidad.

Así que párate, despreocúpate y sólo disfruta!!

Y recuerda "Los Goonies nunca dicen muerto"

Besos, 

Vanesa




julio 23, 2018 2 comentarios
Newer Posts

Quién está detrás

About Me




¡Hola! Soy Vanesa, una mamá novata de trentaitantos a la que le gusta disfrutar de las pequeñas cosas siguiendo un ritmo slow e intentando llevar mi maternidad con calma. Me chiflan las cosas bonicas, la fotografía, la comida, los planes en familia y andar en furgo recorriendo el mapamundi.


Sígueme

SECCIONES

50 cosas sobre mí búsqueda embarazo cama montessori carrito del arte carrot cake. suave california colecho consejos maternidad diy familia viajera furgoneta camper goonies hacia rutas salvajes ikea lactancia lifestyle lugares con encanto mamá bloguera manifiesto holstee maternidad maternidad con calma montessori navidad otoño recetas slow life vanlife viajar en furgoneta viajes viajes con niños viajes diferentes

Post recientes

  • Inicio
  • Slow Life
  • Maternidad
  • Maternidad con calma
  • Viajes
  • Vanlife
  • Sobre mí
  • Contacto

Estamos en Madresfera

Archivo del blog

  • ►  2022 (2)
    • ►  septiembre (1)
    • ►  julio (1)
  • ►  2021 (3)
    • ►  noviembre (1)
    • ►  julio (1)
    • ►  enero (1)
  • ►  2020 (7)
    • ►  noviembre (2)
    • ►  septiembre (1)
    • ►  agosto (1)
    • ►  abril (1)
    • ►  marzo (1)
    • ►  febrero (1)
  • ►  2019 (21)
    • ►  octubre (2)
    • ►  septiembre (2)
    • ►  julio (2)
    • ►  junio (1)
    • ►  mayo (3)
    • ►  abril (2)
    • ►  marzo (2)
    • ►  febrero (4)
    • ►  enero (3)
  • ▼  2018 (15)
    • ►  diciembre (1)
    • ►  noviembre (4)
    • ►  octubre (4)
    • ►  septiembre (3)
    • ►  agosto (1)
    • ▼  julio (2)
      • - La maternidad solo suma -, pues a mí no me salen...
      • Un sueño hecho viaje, Astoria.
FOLLOW ME @INSTAGRAM

Adaptado con por Aubrey and me