- “A lo mejor es que tu leche no vale”.
- “Estás muy delgada, si no tienes grasa, cómo vas a alimentar al niño.”
- “Tendrás que volver a tomar leche de vaca a ver si así te sube más leche.”
- “Eso es que estás poco tiempo con él al pecho.”
- “No no, no puedes estar todo el día con él al pecho, a los 20 minutos te lo quitas que si no se mal acostumbra.”
¿Cómo se te queda el cuerpo después de leer estas “lindezas”?
Pues imagínate a mí cuando las tuve que escuchar recién parida y con mi bebé
que a penas cogía el peso para no salirse del percentil oportuno. Mi entrada en
la maternidad no fue una entrada triunfal, si recuerdas ya te lo conté en el
post La maternidad solo suma, pues a mí no me salen las cuentas. Ya en el
hospital empecé a darme cuenta de que no todo era como yo esperaba, oyes cosas
de gente que no ha podido amamantar a su hijo por diversas causas pero tú
piensas “no, eso a mí no me va a pasar” que por otra parte es un pensamiento
positivo que en la mayoría de ocasiones funciona y te protege. Pero a veces,
sólo a veces, te toca a ti.
Foto @raulbarrero |
Estando
embarazada mucha gente te pregunta, más bien retóricamente “le darás pecho no?”
a lo que siempre contestaba “pues no lo sé, mi intención es la de darle pero ya
veremos”, ya veremos… plural, inconscientemente ya vas viendo que la lactancia
es cosa de dos. Ahora sé que Luca tiene la mejor mamá que puede tener porque
nadie más lo quiere como lo quiero yo, pero no siempre lo sentí así. Recuerdo
las primeras veces que intenté darle de mamar en el hospital, nunca me había
sentido tan patosa, ¡no sabía ni cogerlo en brazos! Lo intentaba una y otra vez
y solo conseguía ponernos más nerviosos los dos. Luca no consiguió engancharse
a mi pezón y yo no notaba ninguna subida de leche, aunque tampoco sabía lo que
debía notar, sólo recordaba las palabras de mi madre “hija tranquila que cuando
te suba la leche lo notarás” y tanto que se nota.
Cuando la enfermera entró con un biberón minúsculo entre las
manos se me cayó el alma a los pies. “No sirvo” “todas pueden y yo no” “se va a
acostumbrar al biberón”. Culpabilidad en todas las extensiones de la palabra,
vacío y un “esto me queda grande” así todo junto mezclado con la fiesta
hormonal, casi nada. Pero aun sintiendo que no estás bien, lo intentas y lo
intentas hasta que ya no puedes por el dolor. No importa, entran en escena mis
amadas y odiadas “pezoneras”. Usé varias hasta encontrar las que mejor se
acoplaban a los dos. Y así, entre
biberones y pezoneras llegamos a casa. Es al acostarme para descansar un
momento cuanto “pam!!” escalofríos y sensación de fiebre, noto mucha presión en
los pechos y me acuerdo de mi madre, que para no variar no se equivocó. Parece
que todo se va estabilizando, y gracias a las pezoneras Luca se engancha bien y yo voy soportando mejor el dolor. Pasan
los días y las revisiones, parece que lo estamos consiguiendo, a medias. A
pesar de que nos pasamos horas enganchados Luca no consigue alcanzar el peso
que se considera normal.
Empieza la movilización. Búsquedas por Internet, consultas
en foros de lactancia, telefonazos a amigas mamás, peguntas al pediatra
(público y privado), enfermeras, matronas, etc. Ya te puedes imaginar, horas sentada
en un sofá y móvil en mano dan para mucho. ¿Sabes cual fue la respuesta a mis
preguntas? Pues algunas las has leído al comenzar el post. Todo un conjunto de
consejos y recomendaciones contradictorios entre sí. Debo reconocer que algunos
consejos para continuar la lactancia materna eran muy válidos y los llegué a
poner en práctica pero no funcionaron y yo no estaba como para perder el
tiempo, mi niño no engordaba. Ahora entiendo a mi madre lo insistente que era
para que yo comiera, cuando eres madre se te activa un gen que hace que nada más
en el mundo importe más que tu niño coma. Esto es así, puro y duro instinto
animal de supervivencia. ¿Y ahora qué? Qué hacemos, mamá y papá primerizos y te dicen que tu niño no pesa lo suficiente y tú no sabes que más hacer…
Pues tirar de sentido común amiga.
Foto @raulbarrero |
Por mi experiencia profesional y mi formación he llegado a
la conclusión de que no siempre hay una respuesta válida para todo el mundo.
Existen muchas orientaciones, unas más naturales otras más estrictas y guiadas, ¿cual es la mejor?, pues depende de para qué y para quién. Tengo muy claro que
la lactancia materna es lo mejor, de eso no hay duda. Pero si llegado el
momento tengo que darle a mi hijo un aporte extra de alimento lo haré. He
llegado a tener grabado tan a fuego “la leche materna es lo mejor” que
reconozco haber dejado llorar a mi bebe con tal de no darle biberón. En el
fondo sabía que era hambre pero no me quería sentir “una madre de segunda”.
Porque eso me hacía sentir cada comentario, cada mirada por encima del hombro, cada
lloro y cada intento fallido.
Por suerte Luca tiene un padre más práctico y menos
reflexivo que su madre. “Si crees que tiene hambre le damos un biberón”, ¿en
serio?, después de pasarme días leyendo las crisis de lactancia, preguntando en
foros y acudiendo a consultas va Samuel
y llega con la frase con más sentido que había escuchado. Él no se
sentía como yo en la “obligación” de alimentar a Luca simplemente por ley
física, los pechos los tengo yo. Pero quizás ahí esta la clave para ver las
cosas con más claridad. Empezamos así con la lactancia mixta, bajo la
supervisión del pediatra íbamos
introduciendo algún biberón por la noche, así yo podía descansar mejor al
turnarnos. El peso de Luca comenzó a normalizarse y yo a estar más tranquila.
Pasaron las semanas y la lactancia por el día nos empezó a ir genial, las tomas
eran más eficientes e incluso dejamos las pezoneras!! Habíamos dado con la
fórmula que mejor se adaptaba a nosotros.
Ahora, a toro pasado lo veo todo con más claridad y personalmente tengo claro que lo hice bien. Conozco a madres que no dan el pecho a sus hijos y las veo como intentan
justificarse dándote los motivos de porqué su hijo toma leche de fórmula. Y las
entiendo, en este mundo de la maternidad hay creada toda una fachada de,
permíteme la palabra, “postureo” en el que el ejemplo a seguir es el de la
madre perfecta con su casa a lo catálogo de Ikea, con todos los juguetes de
madera, sin televisión y sin una mota de polvo, con un niño rollizo llevado
aireadamente en un pañuelo de porteo (ergonómico, eso sí) y dando pecho hasta
los 3 años. Según esta definición de madre 10, es decir madre de primera, nos
quedamos muchas fuera del cuadro, la mayoría diría yo, que sufren de críticas
por no hacer lo que está bien aceptado. Críticas que se sueltan al aire para
quién las quiera oir, y tú, mamá reciente y echa polvo por lo que se te ha venido
encima y no esperabas, las coges a manos llenas sinténdote una madre de
“segunda”. Críticas ¿sabes de quien?, pues de otras madres.
Hay ocasiones en las que en lugar de apoyarnos o simplemente
escuchar y no juzgar, nos lanzamos a aconsejar lo que tienen que hacer los demás,
como si lo que a ti te vino bien necesariamente me va a funcionar a mí. Mi
intención con el post de hoy es precisamente todo lo contrario, te he contado
mi experiencia, que es sólo mía, puede que me esté leyendo alguna mami
primeriza y se sienta reflejada o puede que no, y ahí esta lo maravilloso, en
que cada uno tiene su propia historia y su propia fórmula para solucionar sus
problemas.
Foto @raulbarrero |
Antes de irme, y como ya se está convirtiendo en costumbre, me gustaría compartir una lista de cosas que me hubiera gustado decirme a mi "yo lactante" hace un par de años atrás. Descubrí que en este mundo de “teta fuera” existían hechos y artilugios que no me había planteado o ni
siquiera sabía que estaban ahí y te facilitan la existencia:
. Abre tu armario, ya? Vale, pues ahora vuélvelo a cerrar
por que no tienes nada que ponerte. Vienes de un embarazo deseando vestirte
como una persona normal, pero es que las personas normales no se tienen que
sacar la teta a todas horas y donde te pille así que vestidos, jerseis
entallados, y todo lo que se salga de unos vaqueros cómodos, camisas o
sudaderas tendrán que esperar. Algo que descubrí gracias a una amiga fueron las
camisetas interiores de lactancia. Si te pilla el invierno son muy prácticas
para no ir enseñando la “riñonera” a todo el mundo. Yo las compraba en HM y van
genial. (Te dejo el enlace aquí)
. Sujetadores de lactancia. Lo más cómodo para no
estrangularte el pecho y no ir haciendo malabares para desabrochártelo por
detrás mientras tienes al bebé en brazos. Yo ya conocía que existían pero no
dónde comprarlos sin pagar un dineral. En Oysho los hay que están muy bien y
los puedes comprar por la web (sin encaje por dentro eso sí, te va a molestar).
. Discos de lacatancia, (esto ya depende de cada caso) pero si no te los pones para dormir te vas a despertar cual central lechera asturiana,
empapando hasta el colchón.
. Blogs y grupos de lactancia. Mi amiga Tanya me aconsejó visitar
albalactanciamaterna.org para informarme de las crisis de lactancia y alguna que
otra pauta. Soy de las que prefiero ir al pediatra antes te mirar en Internet
pero si decides hacerlo para buscar información esta página está muy bien
explicadita para primerizas.
. “Lo mejor de nuestras vidas” de "Lucía mi pediatra". De
obligada lectura mientras das el pecho o el bibe.
. Y por último, pon Netflix en tu vida. Amiga te vas a pasar
horas en el sofá de tu casa sin más que hacer que darle al coco. Todo un mundo
de series top te está esperando en tu pantalla, como ya te dije en otro post,
siempre nos quejamos de no poder estar en casa y ver una serie tranquila, pues
ahora es el momento, te aseguro que en unos meses solo escucharás que Mery
tenía un corderito y que el patio de mi casa es particular. Aprovecha!!
Igual tú fuiste de las afortunadas que pudiste amamantar sin
problemas, enhorabuena menudo regalo. Puede que fueras de las que tuviste o
quisiste darle leche de fórmula, enhorabuena también, pudiste compartir ese
momento con tu pareja y hacerlo más llevadero. Para mí es precioso compartir
sin obligar a seguir tu ejemplo, vamos a tomarnos la vida más "slow" y
centrarnos en lo bueno que tenemos, que seguro que es mucho. Vivir más el momento, disfrutar de cada cosquilleo, cada mirada de tu bebé, cada abrazo que le ofreces, el olor, por Dios el OLOR a bebé que pronto desaparecerá pero que recordarás toda la vida. Todo pasa tan rápido que debemos estar alerta para coger cada momento y saborearlo, no lo dejes escapar.
Hasta la semana que viene,
Besos,
Vanesa.