Hoy no te voy a contar un viaje, ni una manualidad ni nada que me haya encantado o inspirado.
No siempre nos sentimos en la cresta de la ola.
No siempre nos sentimos en la cresta de la ola.
No siempre nos sentimos bien.
No siempre va todo sobre ruedas ni sientes que la vida es maravillosa.
Para mí hoy la vida no es maravillosa, para mí hoy la vida es muy injusta.
Ni siquiera sé si voy a poder terminar este post porque ya estoy llorando.
Todos los días oyes desgracias, en la televisión, periódico, redes sociales... Te llegas a habituar a ellas, ni te afectan, esto es así porque si no no podríamos vivir. Pero, cuando la desgracia te toca de cerca y entra dentro de tu familia la cosa cambia. En mi cabeza hoy solo se repiten dos palabras "puto cáncer".
He tenido que sentarme a escribir para intentar pensar en otra cosa y esforzarme en crear algo bonito para sentirme mejor, pero no está siendo así. Mi intención era la de seguir mi plan habitual y escribir sobre el tema del que quería hablar esta semana pero no puedo. Mis emociones van por otro lado y no podría transmitir el entusiasmo que se merece. Las emociones merecen ser respetadas y hoy lo que voy a hacer es dejarlas fluir.
RESPETO, otra palabra que no me quito de la cabeza, siento que en cada gesto que hago le debo respeto a ella y a los amores de su vida, a su fuerte León que no se ha separado ni un segundo de su lado y ahora no tiene consuelo, y a sus dos princesas, a las que la vida ya les ha enseñado su peor cara antes de dejar de ser niñas.
La memoria es un misterio, ahora no dejan de estallar en mi cabeza recuerdos de cuándo éramos niñas y compartíamos largos veranos en nuestro querido pueblo. Me acuerdo de lo que me insistías en que me quedara a dormir en tu casa, en cómo me cogías de la mano para bajar la cuesta a pesar de ser más pequeña que yo. Me acuerdo de verte reír y llorar porque algún primo nos hacía alguna trastada. Hasta de los baños en barreños en el patio de los abuelos. Tu acento me parecía fascinante. Tan graciosa, tan cariñosa y bonita. Contigo aprendí que podía haber "tomates pera" y que tu casa se veía nítidamente desde la puerta de los abuelos.
Y ahora me descubro hablándote, quizás por el arrepentimiento de no haberlo hecho antes, de haber permitido que el tiempo y los kilómetros nos separaran. Ahora ya es tarde.
La vida me ha dado una bofetada bien grande mientras me grita: "¡espabila!", no esperes, no dejes para luego, no permitas que sea tarde.
Anoche dejé que Luca durmiera con nosotros. Necesitaba contagio de inocencia, y el consuelo de sus besos diciendo "mamá eh pupa". A veces se necesita el consuelo de la carne misma, algo visceral y profundo, un abrazo fuerte y fundente en el que te dejas ir por un momento para formar parte de la otra persona, es una sensación de alivio momentáneo en el que te dejas llevar por el ritmo acompasado de dos respiraciones, pero un solo ser.
Desearía que el tiempo volase, y no por mí, si no para que esos amores ahora cojos encuentren la paz y sigan adelante. No encuentro las palabras mágicas porque no las hay, sé que sólo el tiempo es la clave. Tiempo, ese del que te quejas que no tienes nunca y malgastas a todas horas, del que te arrepientes de no haber invertido en otras cosas pero que sigues tirando a la basura. Me gustaría que ella nos pudiera dar unas cuantas lecciones de cómo usar nuestro tiempo. Pero ya no puede. Y a mí se me parte el alma.
Anoche recibí un mensaje que decía: "Tienes algo en tu puerta". Cuando la abrí vi en el suelo una bolsa. Mi amiga Patricia sabía que yo estaba triste y me hizo esto:
Ella, que dice que no es de gestos cariñosos ni de abrazos pero me regaló esto.
Hay muchas maneras de abrazar Patri, al igual que hay muchas maneras de decir "te quiero", yo he aprendido a decirlo (quizás demasiado) pero tú me lo has demostrado con esto que acabas de hacer, y yo te lo agradezco, no sabes cuánto.
Creo que deberíamos abrir el tarro de los "te quiero" guardados, esos que sientes pero no dices porque no es el momento, te da vergüenza, o dejas para luego. Hoy he abierto el mío y el primero va a ser para ti Lola, te quiero y te agradezco que nos cuides desde arriba y nos sigas dando lecciones de vida y no de muerte. Dicen que en las luchas a veces se gana y otras se aprende, y en tu lucha nos ha tocado aprender Lolilla. Mañana viajaré a nuestro querido pueblo para despedirme de ti con un hasta luego, hasta que nos volvamos a sentir.
Las huellas que dejamos en los demás son muy curiosas, los detalles insignificantes son los que nos hacen únicos y especiales, son esos detalles los que hacen que te enamores de alguien o no quieras volverlo a ver. Voy a esforzarme por recordar todos tus detalles y mantenerlos vivos en mí. Así que, voy salir a buscar "tomates pera" esos que conocí gracias ti, y voy a seguir sacando mis "te quiero" del tarro antes de que se echen a perder, voy a abrazar y a comer a besos, y a vivir con toda la alegría que pueda, esa que siempre te acompañaba y que espero vuelva pronto a tus amores.
Lo que nos separa ya no son los kilómetros ni el tiempo, estamos a un suspiro de distancia, y ahora me doy cuenta.
Te quiero y te siento, mi Lolilla.
Vanesa.
Vanesa.