Cómo llevar una Slow life en confinamiento.

Escrito por - abril 16, 2020


No paras de oírlo, por todas partes. Parar, parar, parar. Pero aún así no puedes. ¿Qué pasa? No podemos salir de casa por el Coronavirus. Debería estar en casa recuperándome del estrés del día a día y lo que creo es que me voy a volver loca. 

Si te sientes identificada con lo que acabas de leer, presta atención a lo que viene.

Aquí estamos. En casa. Y no por voluntad propia, más bien voluntad solidaria. Una lucha común para colaborar a que todo esto pase. Y el Covid19, ya con nombre propio, pueda dejarnos respirar un poco.
A estas alturas ya habrás pasado por varias fases, por la de no creerte lo que está pasando, la de sacar el lado positivo y poner a punto la casa (o lo que puedas), la de reírte de los memes, la de odiar los memes, la de días en pijama y otros pintarte los labios con perfilador, por la de morirte de miedo,  revolcarte en tu enfado, por la de mirar y remirar tu cuenta bancaria y tragar la saliva que se te hace bola, y por fin, la resignación.  La tristeza inunda algún día de la semana y más de una hora al día. Creas tu "nueva rutina" por que la necesitas y porque si tienes hijos si no pones normas tu casa es lo más parecido al "Señor de las moscas". Te levantas sintiendo que vives una película de ciencia ficción, en primera persona con un final incierto.

Entre todo este caos de exceso de información, de comida a todas horas, de actividades por doquier, clases virtuales, y lluvia a cántaros oyes... era necesario parar, vivir más lento. Slow life amiga mía.

Slow life con la que cae. Sí. Ahora mejor que nunca. Aprender a parar...parando. 
Si eres de las que te cuesta parar incluso en tu propia casa te propongo varios tips para que practiques esto de la Slow life, y quién sabe, igual le coges el gustillo y lo sigues aplicando una vez todo esto termine. Aunque soy de las que piensa que empezar algo en una situación "artificial" no tiene mucho sentido ¡que *oño! estás aprendiendo a bordar y a hacer retos inútiles, poner un poco de Slow en tu vida no te va a hacer nada malo.


PRACTICAR SLOW LIFE EN CONFINAMIENTO.


EL PODER DE LO SIMPLE.

Ya te habrás dado cuenta. No hacen falta grandes cosas para estar a gusto en casa. Quizás durante los días estresantes de trabajo no podías sentir la paz al mirar la lluvia caer mientras te tomas el café. Puede que el huracán del día a día no te dejara experimentar la plácida sensación de meterte en la cama con sábanas limpias, o darte una ducha lenta y sin prisas. Poder terminar por fin ese libro a medias. O pasar más tiempo de calidad con tu hijo. Tienes una tregua con el despertador, con la agenda, con las prisas de llegar puntual a todas partes. Apreciar cada rincón de tu casa, como un refugio o por qué no, un templo, tu templo. Y la estancia más apreciada, el balcón. Fíjate en los detalles y redescubre tu hogar. Tus gestos cotidianos tienen el poder de describirte, te definen, aprende a quererte a través de ellos. Provoca esos gestos todos los días para sentirte bien, al fin y al cabo es lo que echas de menos siempre que sales de casa.


AQUÍ Y AHORA.

Es un buen momento para empezar a meditar. Sentarnos, aislarnos de todo y respirar. Meditar nos ayudará a retener la mente en el aquí y ahora. Busca ejercicios de Mindfulness y empieza a practicar. Así cuando todo vuelva a la normalidad serás capaz de conectar con el entorno más que nunca y saborear el momento con más consciencia que antes. En este otro post del blog te enseño unos cuantos ejercicios Mindfulness para practicar en casa con los más peques.
Para empezar te propongo hacerte un infusión y en lugar de tomártela mirando el móvil busca un momento en el que puedas estar tranquila, siéntate, respira e intenta describir con palabras a qué sabe la infusión, su temperatura, el tacto de la taza, rózala con los dedos, llévatela a los labios y da pequeños sorbos mientras miras por la ventana. Cuando descubras que algún pensamiento ajeno al ejercicio aparece déjalo pasar y vuelve a centrarte en como te encuentras en ese momento.
No hace falta hacer un máster, solo buscar el momento y practicar.

SLOW FOOD.

Nos vemos obligados a comprar en las tiendas del barrio, alimentos de aquí, de la tierra. Los cocinamos a fuego lento, total, no hay prisa. Es una oportunidad para olvidarnos de la “fast food” y sacar las recetas de la abuela. Comida de toda la vida, de la que se hace respetando los tiempos necesarios. Tiempo, ahora tienes de eso. Disfruta y cocina un buen plato de tu comida favorita. Prepara la mesa y ponla bien bonita. Y luego come, come lento, come bien y come bonito. Sin mirar al reloj. Disfruta de uno de los mayores placeres de la vida, y hazlo con los cinco sentidos.


BUSCA UN HOBBY LENTO.

Tener un rato al día para dedicarlo a un hobby nos va a oxigenar. Tanto si tienes que teletrabajar como si no, dedicar un tiempo a hacer algo con las manos que no requiera de una carga mental excesiva nos ayuda a conectar con el presente. Te mantiene aquí y ahora y así evitas estar rumiando el pasado o anticipando desgracias futuras que no tienen por qué suceder. 
Es un buen momento para empezar a dar mimos extra a tus plantas y dedicarles tiempo y cuidados, por ejemplo. Redecora ese rincón de casa que llevas tiempo dándole vueltas, cambia algún mueble de sitio, organiza tus fotos, ordena el cajón de tu mesilla de noche. 
Y si aún quieres ir más a allá, puedes empezar a devolverle a la naturaleza todo lo que ella te ha hecho disfrutar en todos tus viajes. Puedes empezar a reciclar más y mejor, ser más consciente en tus compras y reducir el consumo de plásticos. Puestos a hacer cosas con las manos, hacer tus propios productos de limpieza con sencillos ingredientes y de manera ecológica. Así ganamos todos.

RESERVA RATOS DE “NO HACER NADA”.

Si eres de los que te ves obligado a parar del todo y caes en la trampa de llenarte el día de tareas pendientes para hacer, relájate. Parece que si no estás haciendo algo constantemente no te sientes productivo. Deja de exigirte tanto. Para vivir más Slow es necesario un horario, una buena organización que nos permita tener ratos de “No hacer absolutamente nada”. No redes sociales, no televisión, no tabla de ejercicios como si no hubiera un mañana. Un rato para ti y para escucharte, sin miedo a quedarte a solas contigo mismo.
Puede que si te escuchas descubras lo que realmente quieres hacer.



Llevamos unas semanas en confinamiento, y nos quedan otras tantas. Parece que nos estamos acostumbrando a esta situación, estamos creando nuevas rutinas y adaptándonos pero, cuidado con acostumbrarte demasiado, recuerda que esto es temporal. Desde mi punto de vista, lo más positivo es sacarle partido a la situación y emprender nuevos retos, estar aquí y ahora en familia. Y pensar que todo esto que estamos experimentando es un punto de partida para despertar, para que cuando la vida "común" vuelva, la saboreemos de otra manera.


Esta situación tan negativa para todos puede ser una oportunidad para reinventarte, para aprender, para ver el vaso medio lleno. Un virus nos ha hecho parar, pero parar de verdad. Es innegable que  después de unas semanas la tierra respira mejor sin nosotros. No esperes a que vuelva a haber otra pandemia para poder respirar tú. 


Gracias por estar ahí. Nos leemos en el siguiente post.



Besos, Vanesa.


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