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Suave California


Si ves que todo va demasiado deprisa y que a veces desearías parar el tiempo para saborear cada instante, este es tu post.

Esta época del año es muy dada a crear nuevas rutinas. El Otoño es para venirse arriba y querer cambiar todo de sitio. Piensas "ahora sí que sí" voy a tenerlo todo en orden y al día... en Noviembre te das cuenta de que todo vuelve a estar igual que antes y que sigues a salto de mata por la vida.
Sea  cual sea tu manera de organizarte, puedes incluir en tu lista de nuevas rutinas algún hábito Slow, algo que te ayude a decirle al cuerpo "eh, para el carro que ya te estás embalando".

Últimamente leo muchos post, escucho podcast y atiendo mucha de la información que sale sobre los hábitos, parece que están muy de moda. Casi todo el mundo hace retos de 21 días para todo. Como si 21 días fueran suficientes para instaurar un hábito (un falso mito). Hace falta algo más que repetir una acción durante 21 días para cambiar nuestros hábitos, aunque eso es otro tema.
Lo que sí está claro es que para cambiar un hábito nos tenemos que poner serios, organizarnos muy bien y no pensarlo mucho, si no, me temo que terminarás desistiendo (como ir al gimnasio).

Quiero compartir contigo 10 de los hábitos que a mí me están cambiando la vida, y aunque a veces no es fácil y la vida te empuja a pisar el acelerador, tengo mis salvavidas que me hacen parar, resetear y volver a lo importante. Me está costando mucho cambiar algunos, toda una vida haciendo algo de determinada manera no se arranca de raíz así como así. Pero con lo poco que llevo avanzado es tal la satisfacción que siento que necesitaba compartirlo.

Ahí van mis 10 tips para que tu día tenga más calma.


1. Levantarte antes.

No me canso de repetirlo, levantarte antes cambia la visión de tu día. Aquí cada uno debe valorar el tiempo que necesita, en mi caso son 30 minutos antes de lo estrictamente necesario, y en ocasiones más.
Estos 30 minutos me sirven para meditar, estirar el cuerpo y desayunar tranquila. Después de esto y cuento llega el momento de empezar la marcha yo ya estoy activada, con energía y de mejor humor (que también hay que decirlo). Y otro punto a favor es que así me da tiempo a dejarme la casa arreglada antes de salir, y eso es paz mental.

2. Meditar, 10 minutos.

Ya ha salido en el anterior apartado pero merece una mención a parte. ¿Cuándo tienes una cita contigo misma? Para mimarte, conocerte o entrenarte para respirar mejor y relajarte. No hace falta tener una crisis de ansiedad para aprender relajación. Meditar nos ayuda a todo eso, a controlar el pensamiento, nos fuerza a tener un momento de paz y centrarnos en lo positivo. No es necesario estar todo el día, con 10 minutos tienes más que de sobra. En Youtube puedes encontrar muchos vídeos con meditaciones guiadas, al principio te servirán de mucha ayuda.

3. Poner horario al móvil. Dejarlo fuera del alcance y verlo sólo cuando es necesario.

Si trabajas con el móvil no te queda otra, pero en tus ratos libres apárcalo. Es más déjalo fuera de tu alcance a conciencia. Si alguien te llama por una urgencia lo oirás, el resto no preciso que lo atiendas de inmediato. Estar mirando el móvil constantemente es una carga mental por no decir adicción, que también. Y aquí (en esto me incluyo) hay que esforzarse porque tener el móvil en la mano ya se ha convertido en un fuerte hábito en nuestras vidas difícil de controlar, es un ladrón de tiempo, de calma y de conciencia del presente. Nos roba el control de nuestros pensamientos y nos convierte en consumidores pasivos de información. Así que si sacas tiempo para Facebook o Instagram, también lo tienes para meditar.

4. Ordenar un espacio al día.

Algo que nos ahorra tiempo, nervios y discusiones es el orden. Tener pocas cosas y que estén en su lugar nos aporta tranquilidad, pero cuesta trabajo y mucho. Sólo de pensar en el cambio de armario me dan escalofríos. Si eres como yo te recomiendo que ordenes un espacio al día. Ya sea un cajón, un rincón o la nevera. Y lo más importante mantenerlo así. Da mucha satisfacción cuando ves que poco a poco tomas el control del orden y hasta le coges el gustillo.

5. Comer bonito.

Comer sentados, con un mantel bonito, en tus platos favoritos y todos los días. No esperes a las visitas y ni veas cómo esas copas cogen polvo. Un día especial puede ser hoy mismo, ni mañana ni el domingo... HOY.

6. Encontrar un momento para la atención plena.

Estás en la cola del banco esperando tu turno, te propongo un ejercicio mental:
Intenta nombrar:
5 cosas que ves, 4 cosas que oyes, 3 olores, 2 cosas que notas en tu piel, y 1 sabor.

De esta manera centras tu atención a tus sensaciones y conectas con el presente, hazlo de manera habitual y cada vez te resultará más sencillo atraer a tu atención al aquí y ahora.

7. Abrazos conscientes.

Podría considerarse otro ejercicio de atención plena pero merece un punto por sí mismo. 
Un abrazo largo nos aporta multitud de beneficios. Y además da mucho gustito, así que abraza sin reparos a quién más quieres, aquí y ahora y sin avisar. Verás su cara de sorpresa y una sonrisa, todo son ventajas.

8. Apostar por un gesto sostenible.

La naturaleza es un anestésico natural, dar un paseo por el campo oxigena. Estoy intentando trasladar esas sensaciones a mi casa, comiendo de manera más natural o consumiendo productos que sean sostenibles. Hay una amplia gama de productos ecológicos y naturales para nuestra cosmética, limpieza de hogar y consumo en general. Devolver a la naturaleza el favor de darnos la vida con gestos como el reciclaje o reducir el consumo de plásticos se ha convertido en el pan de cada día y en algo que forma un valor importante en la educación de nuestro hijo.

9. Ritual Slow a la semana como mínimo.

Volvemos a lo de siempre, no nos queda tiempo para nosotras. Hay que esforzarse para que estos rituales sean de obligado cumplimiento. Si mi ritmo de trabajo es acelerado pero pienso "hoy me toca" mi rato de baño, pilates, mi té y libro, mi café con amigas, etc. Sea cual sea tu ritual de desconexión. El día pinta de otra manera, esfuérzate por conseguir tu momento de parar.

10. Antes de dormir agradecer todo lo bueno del día.

Meterse en la cama y hacer un barrido rápido de tus mejores momentos. Búscalos porque realmente los hay y en grandes cantidades. Centrarse en lo positivo, en lo bueno que nos ha pasado o hemos conseguido e intentar dormirte con esa sensación.
A todos nos pasan cosas malas pero rumiarlas sólo nos aporta peor humor, sentirnos mal y actuar en consecuencia. Nos lleva a entrar en el círculo del pesimismo. ¿qué crees que pasaría si nos centráramos en lo bueno que nos pasa? Por arte de magia no desaparece lo malo (siento contradecir a las teorías de "El secreto")  pero nuestro humor y percepción de la vida sí que cambia, y el cómo estamos afecta a lo que hacemos y cómo resolvemos los problemas, recuerda lo bueno, siempre.

No creas que mis días ahora son perfectos, ni mucho menos. Sigo discutiendo, Luca sigue teniendo rabietas, se me sigue haciendo tarde a menudo y a veces me cargo de tantas cosas que me superan.
Pero sé que esa no es mi manera de vivir, son excepciones y retos a los que te debes enfrentar y superar. Tener en el horizonte una escapada vista, o saber que hoy toca ritual Slow (y pongo a Dios por testigo que nunca volveré a procastinarlo) alivia. Parar en medio de la tormenta y respirar te da más fuerza que el chocolate, créeme. 
Te animo a que vayas introduciendo algún cambio, algún tip de esta lista u otro que vaya mejor con tu personalidad pero que lo hagas ya, hoy mismo. 

Si te decides a empezar házmelo saber y deja un comentario con el tip que has elegido y cómo te sientes al empezar a incluirlo en tu vida.

Gracias por estar ahí, nos leemos la semana que viene.

Besos, Vanesa.
octubre 21, 2019 4 comentarios

Tal cual, así como suena, EL PUÑETERO MUNDO DE LA CULPA.
Aun a riesgo de sufrir envestidas por mamás que no estén de acuerdo conmigo, ya sabes que a veces lo políticamente correcto se queda corto y hay que echar valor para expresar lo que una siente, aunque suene mal.

Es curioso como la maternidad evoluciona contigo. Al principio experimentas la explosión en toda la cara con comité de bienvenida incluido. Cuando le vas cogiendo el aire sufres el enamoramiento más dulce olvidándote de todo, todos y toda tú, que también hay que decirlo. Cuando a tu pequeño le van saliendo alas y cada vez te necesita menos lo que echas de menos es volver a sentirte tú, aunque hay un pequeño problema:

-"Vale, niño adaptado en el cole, asuntos de casa más o menos en orden, marido más o menos en orden, bancos, trabajo, compra, familia... se me olvida algo... siempre me pasa igual...¿qué era?... ¡ah! sí: YO".

Porque si necesitas un rato para ti te guardas las ganas, siempre hay algo más urgente que hacer ya sea trabajo, tareas del hogar o reuniones varias. Y mira que te obligas apuntándotelo en la agenda y todo, pero la sensación de CULPA no la tapa ni el subrayador más potente del mercado.

Te sientes culpable de pensar en ti primero. Parece mentira pero en la sociedad aun está bien visto ser (o mejor dicho aparentar) una mujer mártir que lo da todo por los demás, que no sufre ni padece, que todo le parece bien. Ser "una cosa" que funciona de manera puntual y correcta es lo más aceptable. Porque la que se queja y lucha es una "feminazi" y la que sigue el canon es una "machista" antigua. Hagas lo que hagas hay etiqueta, como si hubiera sólo un camino correcto. 

Creo en el feminismo como sinónimo de igualdad, en esto hay mucha confusión alimentada también por el miedo al cambio. Pero tampoco me gusta que me impongan cómo tengo que pensar, actuar o educar. Difundir información, educar libremente en el abanico de ideales y que cada uno elija con lo que se siente cómodo.

En una ocasión me atreví a opinar en una conversación acerca de la necesidad que a veces sentimos de dejar a los niños con los abuelos y largarnos en plan pareja de novios. Mi comentario fue que no dejaba de sentirme culpable por tener esa necesidad y que salía menos veces de las que me gustaría pero que me tenía que "obligar" a mí misma a hacerlo. Una persona me contestó diciendo que ella nunca había dejado a su hija de 3 años porque no le apetecía dejarla, que ahora estaba de moda eso de ser "malamadre" y salir cuando en realidad lo que teníamos que hacer es estar más con nuestros hijos.
Después de que se me recompusiera la cara de plástico, pensé en que esta chica y yo éramos tan diferentes que no llegaríamos a ningún punto intermedio. Le expuse que me alegraba de lo feliz que era sin dejar a su hija pero que yo sí necesitaba salir y estar sin mi hijo y que no había nada de malo en ello, es más si yo estoy feliz seré mejor ejemplo a seguir para él.

Porque eso es una razón más que potencia la CULPA, hay frases, hechos, ideas grabadas a fuego que nos hacen sentirnos culpables a diario:

- Qué dirán.
- Y si no sigo la moda.
- Es que las madres lo hacen mejor.
- Falso mito de la "super mamá".
- El cordón umbilical "invisible".
- Buena madre, mala madre, madre real...

Así que no sufras, hagas lo que hagas te vas a sentir culpable. Dime si no te has sentido identificada con alguna de estas frases:

Si das pecho hasta los 3 años o más: "lo estás malcriando".
Si tienes que dejar de dar pecho por la razón que sea: "es que no te has esforzado lo suficiente por la lactancia".
Si vuelves al trabajo en terminarse la baja: "abandonas a un bebé de cuatro meses".
Si coges una excedencia: "eres una vaga que no quiere trabajar".
Si tu hijo juega solo con juguetes de madera "estás criando al niño en un entorno ficticio aislándolo de las tecnologías".
Si le dejas la tablet "le vas a causar daños cerebrales irreparables".

¿Seguimos? Porque podemos estar así todo el día. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, siempre va a haber alguien que piense lo contrario, y no te preocupes que te lo hará saber. Pero eso no tiene por qué afectarte. 

A estas alturas de mi maternidad me he dado cuenta de una cosa. 

Cuando tienes un hijo vuelves a nacer.

Solo tienes que mirar de una manera diferente y con algo más de detalle a las madres recientes. Observarlas cuando hablan y cuentan lo que realmente piensan. La maternidad es un renacimiento para nosotras, solo hay que saber reconocerlo. Como hecho trascendental hace que te replantees toda tu vida de arriba abajo. No sólo a nivel laboral si no algo mucho más profundo. 
Si lo piensas tiene todos los ingredientes para ayudar a que esto sea así, pasas muchas horas a solas con tu bebé, en casa, en silencio por las noches. Sientes un nuevo amor que te supera y que lo cambia todo alrededor.
De repente y aunque te parezca lo contrario, eres más creativa, más sensible y estás más en contacto contigo misma que nunca. Si todo esto lo enfocas a otra cosa en lugar de sentirte culpable pueden surgir cosas maravillosas. Lo veo a diario a mi alrededor, mujeres que después de ser madres cambian su carrera y se dedican a otra cosa que les hace más felices, otras que descubren una faceta de ellas relacionada con la maternidad que no conocían hasta ahora. Mujeres que descubren lo fuertes y valientes que son.

Y ¿sabes que han hecho esas mujeres?, ESCUCHARSE a sí mismas y no a los demás. 
Asumir que la vida es equivocarse quita un gran peso de encima.

La próxima vez que te descubras sintiéndote culpable haz una cosa, enumérate a ti las razones de por qué estas actuando así igual que si se lo dijeras a "la chica que nunca dejaba a su hija" para convencerla de tu opinión. 
Por ejemplo, si dejas de dar el pecho porque en el trabajo no te lo ponen fácil para llevarte el sacaleches y ves que tú bebé no tiene la suficiente leche materna para alimentarse, ¿qué le dirías?. Seguro que le dirías que hay leches de fórmula muy buenas y se puede intentar una lactancia mixta y no pasa nada, le dirías que tu hijo se va a criar igual de fuerte y sano. Y seguro que miles de argumentos más. 

Lo que te diría una buena amiga sería, "deja de machacarte" "lo estás haciendo bien". Ahí tienes la clave, deja de machacarte porque lo estás haciendo bien. Y si quieres un salvavidas, ¿sabes de lo que nunca te vas a sentir culpable? de todo el amor que le das, de todos esos abrazos y besos que solo le hacen bien. 
Así que la próxima vez que dudes, que te sientas culpable o simplemente te sientas mal corre a abrazar y besar a tu peque, la situación no cambiará pero le estarás haciendo bien a él/ella y a ti misma y de eso, ya te digo yo, que no tienes que tener la menor duda.

Gracias por estar ahí, nos leemos la semana que viene.

Besos, Vanesa.



octubre 07, 2019 No comentarios

¡Menudo cambio!

La semana pasada te enseñaba nuestra escapada por la romántica Venecia en el post Venecia con niños. Hoy te voy a enseñar nuestra ruta en furgoneta por el Algarve, 10 días en la carretera durmiendo a pie de playa o en campings perdidos entre pueblos costeros.

He de decir que nunca había estado en el Algarve y que me ha sorprendido muchísimo. Sus playas son de una belleza salvaje y el agua de sus playas (además de congelada) de un azul cristalino impresionante.

Nuestra ruta se divide en 4 partes, las 4 paradas que hicimos en esos 10 días. Por si entra dentro de tus planes organizar un viaje así te cuento lo que más me gustó de estas 4 paradas en nuestro road trip por el Algarve.

1. Matalascañas.

Primera parada y necesaria ya que salimos desde Alicante y tras muchos kilómetros y con un niño a bordo es necesario parar y hacer noche.
El entorno aquí es de plena naturaleza ya que hay que atravesar Doñana para llegar hasta la zona de parada de furgos y autocarabanas.
En este sitio he vivido uno de los mejores despertares de mi vida (y que verás en el vídeo de más abajo). He visto uno de los atardeceres más bellos, y he comido una de las mejores tapas en un chiringuito de playa.

2. Praia de Albandeira.

Una de las playas más bonitas que he visto jamás. Acantilados, playas encerradas en cuevas, arena blanca y un parking de furgos con muy buen rollo. Tomar un vino al atardecer y un viaje en kayac de lo más divertido se quedan grabados en mi memoria para siempre.

3. Praia de Ingrina.

Hora de darse una ducha en condiciones. Llegamos al Camping Ingrina situado en la playa con el mismo nombre. Muy cerca de Sagres y con el mismo ambiente bohemio surfero, nos alojamos aquí dos días. El camping más pintoresco en el que he estado. Con apariencia de camping abandonado y con el bar más inspirador de todo el viaje. Puedes encontrar a familias de todo tipo, viajeros de todas las edades y clases por haber. Conexión y arte en las paredes. No encontrarás grandes comodidades pero te llevarás un pedacito alternativo la vida hippie.

Y la playa de Ingrina también merece una parada y un chapuzón, pero rapidito que te congelas.

4. Praia dos Arrifes.

Esta playa también es espectacular. Dos playas unidas y separadas por la marea, una de ellas incluso parece una laguna. Ideal para venir con niños y explorar por las rocas y cuevas.
Hay un restaurante a pie de playa con un pescado fresco delicioso y unas vistas espectaculares al mar.
Aquí nos quedamos una noche, pensando en que se  podía aparcar y pernoctar en el acantilado, ilusos de nosotros. A la mañana siguiente nos echó la policía portuguesa (primera vez que la veíamos) seguramente avisados por los dueños del restaurante a ver parte del parquing de la playa invadido por furgoneteros, así es la vida de camper.

Poco más puedo contar de este viaje, solo que he hecho lo que tenía que hacer. Desconectar para conectar conmigo misma. Hemos viajado sin rumbo fijo, guiados por lo que nos surgía en ese momento sin prisas, sin presión y en familia.
Hemos reído muchísimo, he aprendido muchas recetas de comida vegana gracias a mi hermana que se encargó de hacernos suculentos platos en medio de la nada. He aprendido varios trucos camper que me han hecho la vida más fácil y he visto a Luca desintoxicarse de pantallas y civilización durante 10 días.
Un viaje curativo, de los que alimentan el alma.

Y si aun tienes dudas de lo precioso que es el Algarve,  ¿te vienes conmigo y lo vemos? dale al play...



Espero que te haya gustado este viaje y que hayas cogido ideas para próximos destinos. Y sobretodo que te pique el gusanillo de viajar en furgoneta que es lo más genial de todo. 

Espero que tengas una estupenda semana, nos leemos el lunes que viene.

Gracias por estar ahí.

Besos, Vanesa.

septiembre 30, 2019 No comentarios
¡Hola de nuevo!

Espero que hayas tenido un verano genial. El mío te lo iré contando poco a poco en los siguientes post, ha dado para mucho.

Ya estamos en septiembre. Tiempo de lluvias y jalea real a granel. Tengo que reconocer que este año me está dando muy fuerte  por el orden, por los cambios y por querer mejorar mi organización en general. Como suele ser típico en mí, estoy empezando la casa por el tejado y me he lanzado a ordenar la casa como una loca en lugar de aprender a organizar mi tiempo y mi mente, que falta me hace.
En esta época del año siempre me pasa, necesito renovar cosas, cambiar muebles de sitio, reciclar todo lo que pueda o cambiar algún hábito. Para mí el año comienza en septiembre y no en Enero, es como si necesitara estrenar libros y estuche como en el cole.

Dramas personales aparte, he hecho una lista de cosas para ordenar y para colmo tampoco la he empezado por el principio, lo he dejado todo aparcado hasta octubre porque lo que realmente me apetecía era redecorar el salón. No lo que querido dejar pasar para que no se convierta en otro "despropósito" de estas fechas. Así que me he puesto manos a la obra ¿cómo dar otro aire al salón sin gastar mucho dinero pero que realmente se note el cambio? Suena misión imposible pero realmente con tres pequeños cambios puedes renovar el ambiente muchísimo. ¿Te apetece verlo?.

Paso 1. Cuadros.

Empezamos por las paredes. En mi caso tenía la pared principal llena de fotos impresas tipo Polaroid, formando un corazón. 


Todos los momentos importantes desde mi embarazo hasta la actualidad. A pesar de evocarme mucha emoción verla cada día no me terminaba de convencer llenar toda la pared de fotos, a este ritmo iba a empapelar la casa entera. Así que le dí un par de vueltas y me decidí por pedir unos cuadros que representaran el alma de la casa, que reflejaran cómo era yo y nuestra familia.



No hace falta gastarse un dineral en cuadros, en la página de Posterlounge puedes encontrar láminas preciosas y de todo tipo, puedes elegir el tamaño, el formato (lienzo, PVC, madera, metálico, lámina) e incluso que te los envíen con el marco puesto (todo un acierto por que luego es un coñazo buscar los marcos y te gastas más que en los cuadros). Te los mandan muy bien empaquetados listos para colgar. Mientras Luca dormía la siesta me puse a elegir en esta web, hice el pedido y en menos de una semana ya los tenía en casa.



Me encanta el resultado.
Un consejo, si te decides a comprar alguna lámina en Posterlounge, primero mide la pared donde la quieras poner y así tener claro el tamaño y el número de láminas. Y segundo, saber más o menos el estilo que quieres porque hay mucho dónde elegir, así ahorrarás tiempo y dioptrías.

Paso 2. Cojines.

Tengo los mismos desde que nos vinimos a vivir a esta casa y de eso hace ya 6 años. El tiempo pasa volando. Una mañana en Zara Home y solucionado.



Me he decantado por estos. Son sencillos, el dibujo me encanta y va acorde con los colores del resto del salón. No descarto comprar alguno más, hay veces que el objeto de decoración viene a ti sin buscarlo y encuentras alguna maravilla donde menos te lo esperas.  Además, en esta casa nos encanta dormir la siesta con el sofá lleno de cojines.

Paso 3. Las plantas.

Mis adoradas plantas. Desde que adopté una pilea me picó el gusanillo con esto de las plantas y ahora ya no puedo parar. A parte de dar un aspecto más vivo y acogedor a la casa son un hobby muy Slow, de los míos. Cuidarlas, ver los avances, limpiarlas o traspantarlas es un momento tranquilizador, mi momento.


No solo las plantas vivas nos pueden ayudar a cambiar la deco, las flores secas dan mucho juego. Puedes comprar ramos como este de The Colvinco y ponerlo en algún jarrón chulo que tengas en casa (un tarro de cristal también vale como en mi caso).


Recuperando un viejo macetero y separando y cortando los tallos de un viejo ramo de flores secas puedes sacarte un centro de mesa de la manga, todo con materiales reciclados y coste 0.


Y así es como ha quedado el salón. Teniendo en cuenta que es la estancia de la casa en la que más estamos creo que también es la que más hay que mimar. Ahora lo encuentro más despejado y ordenado y eso me transmite paz mental, justo lo que necesito para arrancar mi año nuevo.

Cuéntame en los comentarios si eres de las que también te vuelves loca en esta época del año, o si has hecho algún cambio en casa.
Mucho ánimo con la vuelta al cole y a las obligaciones varias, reconoce que algo de ganas de rutina tenías...

Gracias por estar ahí y por volver a leerme una vez más.

Besos, Vanesa.
septiembre 16, 2019 2 comentarios
"A veces es solo una cuestión de tiempo, las cosas suceden casi por casualidad... como aquello que no esperas, como lo que te eriza la piel por dentro. ¿Qué necesitas para vivirlo? Tan solo... siete segundos."

Así arrancaba en Instagram algo que tenía muchas ganas de contar por aquí. Un proyecto del que tengo la fortuna de formar parte y que ha sido el ladrón de mi tiempo de las últimas semanas.

Tengo el placer de presentaros a Siete Segundos. 


Y, ¿qué es Siete Segundos?, es algo que me preguntan mucho y a veces es incluso difícil de explicar. 
Siete Segundos se compone de 4 mujeres, nació de nosotras aunque en realidad creo que el destino nos unió para que esto fuera posible. En Siete Segundos unimos espacio y tiempo para crear experiencias integrales para todo aquél que lo quiera vivir. Disfrutando del momento, desde nuestra cultura mediterránea y absorbiendo la esencia desde los 5 sentidos.

Organizamos eventos temáticos una vez al mes. Encuentros con un elemento común para intentar ofrecer una experiencia única e irrepetible. Cada evento es diferente pero con una línea Slow life en la que se enfatiza el aquí y ahora, ya sabes que es mi punto fuerte, lo que me llena y me gusta transmitir en cada cosa que hago.

En esto no estoy sola, me acompañan tres mujeres de las que me he enamorado locamente y con las que iría hasta el fin del mundo con los ojos cerrados. ¿Las quieres conocer?


Ella es Patricia (@lilaygris). La toma de tierra y parte organizativa de Siete Segundos. Me asombra su capacidad de organización y su férrea voluntad de trabajo. Patri trabaja hasta caer enferma cuando algo le apasiona. Es asombrosa. Empecé a admirarla ya hace unos años cuando leía su blog "Lila y gris" (y espero retome algún día). Ahora tengo la suerte de poder disfrutar de su compañía y algún que otro café a diario.


Ester (@adailyme). Ester huele a Verbena. Es la de las ideas locas pero posibles. Siete segundos nació en ella casi sin darse cuenta. Es toda inspiración, a veces me da la sensación de que es un canal de transmisión entre el mundo bohemio y la realidad. Es una Musa 2.0. De esas personas que brillan dentro de su mundo loco y rebosante de energía. Es dueña de Casa Verbena, la "sede temporal" de siete segundos y lugar mágico donde los haya.


Ella es Ana (@mumandcook). Ilicitana itinerante, la conocimos a través de Ester y llegó para completar este cuarteto loco de mujeres. Ana ama la fotografía y pone el corazón y el alma en lo que hace. Amante y coleccionista de las cosas "bonicas" nos caló al instante. Su generosidad no tiene límites, sabe leer entre líneas aquello que necesitas y no dudará en hacer lo imposible para ayudarte. Así es ella, intensa y arrolladora pero dulce al mismo tiempo.


Juntas hacemos que el tiempo vuele y las ideas confluyan en nuestro proyecto común.
Sabíamos que algo así tenía que ser compartido con el mundo. Teníamos esa sensación de haber encontrado algo maravilloso y que no existía antes, algo nuevo que iba a darse forma poco a poco. Como cuando tienes un hijo, sabes cómo es pero eres consciente de que irá trasformándose y creando su propia personalidad. 

El viernes pasado arrancó el primer encuentro en Casa Verbena. La acogida de este primer evento ha sido espectacular, tras su lanzamiento en @solosietesegundos (la cuenta en Instagram de Siete Segundos) las 23 plazas ofertadas volaron en a penas cuatro días. 


Esta primera noche de reunión quisimos que fuera especial. Quisimos esencia mediterránea y elegimos un tema que nos representara y fuera el hilo conductor de todos los eventos. 
Como no, el tema elegido fue Slow life y tuve la suerte de poder dar una charla compartiendo mis consejos y estilo de vida. Elegimos cada detalle de la noche para que fuera especial, cada bocado de la cena, cada bebida para cada momento, la orientación de la mesa o la ubicación del grupo para que pudieran disfrutar de la puesta de sol mientras esperaban el turno de la charla. Nos hemos pasado los tres últimos meses pensando en cómo hacer de cada momento algo especial y lo hemos disfrutado al máximo. Para nosotras también ha sido algo terapéutico sacar todo esto adelante, es como si lo lleváramos dentro deseando salir y compartirse.

Nos hemos dado cuenta que muchas de las conversaciones entre amigas empiezan con un "no me da la vida" "nunca tengo tiempo para mí". Tener tiempo para una misma y aprender a desconectar es una necesidad básica y fundamental para tener una buena salud mental. A nosotras mismas nos ha pasado que no encontrábamos planes diferentes donde conocer a otras mujeres con las mismas necesidades. Talleres o encuentros alternativos donde aprender a hacer cosas diferentes o dejarnos llevar y simplemente disfrutar de la mano de otras personas que se encarguen de organizarlo todo. Así nace la idea, intentando cubrir una necesidad propia. Con toda la ilusión y el cariño del mundo organizaremos una cita al mes contigo misma, una reunión para desconectar y volver a encontrarte con lo que realmente importa. Ratos para airearte, nutrirte de nuevas experiencias en entornos bonitos y especiales, muy especiales.


En cuanto al nombre, que sé que te lo estás preguntando. 
No sé si sabes que los abrazos son un arma contra el estrés además de aportarnos multitud de beneficios como fortalecer el sistema inmune, segregar la química del bienestar (oxitocina), compartir emociones sin hablar... pero no un abrazo cualquiera, para que el cerebro comience a hacer su magia el abrazo debe durar al menos... Siete Segundos. Nuestro primer encuentro terminó con abrazos de siete segundos que nos erizó la piel, supimos al instante que íbamos a crear algo especial y así ha sido.

Ya ha nacido Siete Segundos y estoy tan emocionada y orgullosa que estaba deseando hacer un post como este para darlo a conocer a todo el mundo. 

Si quieres saber más date un paseo por su Instagram (@solosietesegundos) y recréate con cada una de las publicaciones, estoy segura de que te enamorarás igual que yo.


Nos leemos la semana que viene, gracias por estar ahí.

Besos, Vanesa


julio 22, 2019 2 comentarios


Llevo tiempo queriendo escribir este post. Hace unos años se puso de moda el término "gente tóxica", se han escrito libros e infinidad de artículos sobre el tema. Todo el mundo lo acogió con cierto alivio al poder poner nombre a aquello que le pasa a esa persona con la que no se llevaba bien. Aunque hay que distinguir, una cosa es que alguien te caiga mal y otra muy distinta es que esa persona ejerza una influencia negativa en ti, tanto como para te haga sentir mal.
Una persona tóxica puede ser un ladrón de la calma de guante blanco. Pueden actuar sin que te des cuenta, pueden minarte la autoestima, la paciencia o la motivación desde la sombra. Ya hemos hablado sobre los ladrones de la calma en otros post, si quieres saber más sobre el tema pásate por Maternidad con calma, principios básicos.

¿Y por qué de guante blanco? Pues porque puede pasar desapercibido, porque si encima te sientes mal es por tu culpa, por que eres una blanda. En el mar sobreviven los fuertes, los tiburones... ¿cómo?
Perdona, pero ni estamos en el mar, ni veo pasear tiburones por la calle.

Por mi experiencia sé que puede ser duro convivir con alguien que te haga sentir mal en ocasiones. Puedes sentir que te consume la energía, la alegría, puedes incluso sentir dolor de cabeza al estar sometida a la tensión. Y ya ni te cuento si intentas hacer ver a esa persona que su comportamiento te está generando ese malestar, tensión máxima entonces.

Si ya tienes a una o varias personas en mente pero quieres salir de dudas te resumiré los rasgos que suelen coincidir en una persona "tóxica":

1. Se queja a todas horas. Suele rodearle un aura de negatividad en la que la queja es la primera frase del día. Si analizas las quejas suelen ser hechos que nos pasan a todos, pero no los vivimos como una queja o como algo negativo. Solemos asumirlos como algo puntual sin darle más importancia de la que tiene. La persona "tóxica" está tan centrada en la parte negativa de la vida que cualquier cosa le parece un mundo y todo le reafirma su postura: "Si es que todo me pasa a mí".

2. El mundo está en su contra. Piensa que todos van en su contra, lo que le lleva a sentirse una víctima de todo lo que le pasa. Es incapaz de asumir su responsabilidad en los problemas, sus problemas son fruto del "complot" de la gente que le tiene envidia (según él o ella).

3. No aceptan consejos. Puede que en algún momento te hayas acercado a una persona así y hayas intentado ayudar aconsejándole, seguramente te habrás llevado una desagradable sorpresa saliendo más que escaldada de la situación. No admiten la culpa con lo que un consejo es una especie de insulto hacia él o ella, no sólo no es bienvenido si no que se ofenderá con toda probabilidad.

4. Se compara constantemente con los demás. Suelen tener su foco puesto en el exterior, escudriñando a la gente que le rodea para hacer crítica y no precisamente positiva. Parece un intento de llenar su autoestima (que suele ser baja) con la vida y desdichas de su entorno.

5. Autoritarios y poco empáticos. Se escudan un "yo soy muy sincero/a" y evitan así ponerse en tu lugar. Suelen ofender a la hora de decir las cosas con un todo agresivo que arrasa por donde pasa. Puede que no siempre sea así, en ocasiones puede hacer cosas por tí, favores que se guardará para sacarlos a relucir más adelante. Y si realmente has metido la pata con ellos, ve preparándote porque el rencor es otra de sus cualidades.

Esta descripción es general y puede que haya personas que despunten en un sentido más que en otro. Y tampoco quiero decir que sean "malas personas", simplemente que su aprendizaje les ha llevado a comportase así.

Tener cerca a una persona con estas características puede ser agotador si no lo gestionamos bien.
Por un lado, perdemos energía al intentar ayudarles a salir del círculo vicioso en el que se encuentran y por otro puede que nos lleguemos a creer que nosotros tenemos la culpa, que nos contagien el estrés, el mal humor y ese aura de atracción negativa. Si tenemos a alguien quejándose de las cosas malas que le pasan lo más probable es que "por cortesía" tú también busques las cosas negativas que te rodean para compartirlas y ayudar relativizando las suyas, una manera de acompañarles y decirles "ves, no estas solo/a y no solo te pasan esas cosas a ti" ¡¡ERROR!! Si haces eso darás por inaugurada la competición. La gente tóxica recibe algún tipo de refuerzo desde su posición de víctima y se verá amenazado/a si alguien se lo quiere arrebatar. No solo no verá tu esfuerzo por compartir algo negativo para aliviar sus sentimientos si no que le dará la vuelta para hacer que te sientas mal. Nadie lo pasa tan mal como ellos.
Y si haces lo contrario, es decir, compartir lo bueno que te ha pasado, entonces es que le estás restregando lo bien que te va la vida y eso "no es de buenas personas". En la relación con este perfil de personas, hagas lo que hagas sientes que lo haces mal. Si  la relación se alarga en el tiempo te sentirás afectada hasta el punto de robarte seriamente la calma.

Entonces, si tenemos a una "persona tóxica" cerca ¿qué podemos hacer? mi respuesta es, huir. Huye cual alma que persigue el diablo. A no ser que seas su psicólogo o miembro de su familia intenta evitar a este tipo de personas que te hacen sentir mal. A veces nos responsabilizamos de lo que nos toca y de lo que no, queremos influir de manera positiva en la gente y que todo sea fluido y maravilloso. Pero hay ocasiones en las que ni estamos preparados para ayudar ni tenemos por qué  salvar a todo el mundo que se nos interpone en nuestro camino. Así que lo más práctico es evitar, la vida es demasiado corta como para perder el tiempo en situaciones que no nos hacen sentir bien.

Y si no te queda más remedio que compartir espacio con una "persona tóxica", practica tu asertividad y tu cara de "poker". Construye un muro infranqueable entre esa persona y tú para que no invada tu espacio ni te sientas manipulada. Si realmente quieres ayudar, transmítele tus sentimientos, hazle ver que sus acciones te afectan y los perjuicios que trae a vuestra relación para tomar medidas y buscar ayuda profesional. 

Foto @anaseguraportfolio
Compartir lo bueno es tan positivo, tan reconfortante. Debemos obligarnos a rodearnos de gente "bonica" que nos aporte, que nos motive a dar y regalar buenos momentos. Cuando la gente se siente a gusto contigo, cuando transmites cosas positivas, todo lo que das, créeme, el tiempo te lo devuelve con creces. Anímate a decir lo bueno de las personas, refuerza todo lo positivo de tu alrededor, regala flores, canciones o simplemente un rato de café y confidencias, lo bueno atrae a lo bueno. Lo tóxico convierte en tóxico todo lo que toca.

Hoy mis flores van para ti, empiezo el día compartiendo. Espero que hagas lo mismo y que me cuentes, si te apetece, si te has encontrado con alguna persona parecida a la descripción.

Nos leemos la semana que viene, gracias por estar ahí.

Besos,

Vanesa.




julio 01, 2019 4 comentarios
"Todas las emociones son hermosas".

Sí, sí, todas. Todas están ahí por algo. Si nos han acompañado a lo largo de la evolución humana es porque sin duda nos sirven de ayuda para nuestra supervivencia como especie. Qué manía con ocultarlas, reprimirlas, forzarlas. Ese no es el camino hacia el bienestar y ni te digo ya para la calma.

"No llores, no te enfades, no estés triste..."

Te contaré algo, este año he tenido la desgracia de perder a dos familiares muy cercanos y muy queridos. La noche que me enteré del primer fallecimiento lo pasé realmente mal. Me enteré en el salón junto a Luca y no pude reprimir las lágrimas. Mi hijo me miró desconcertado, nunca me había visto llorar. Su padre dijo al instante "no llores delante de él" (él creía en ese momento protegerle de sentirse mal), una vez sola en la habitación pensé, "no pasa nada si mi hijo me ve llorar, es algo normal, y lo que necesito yo ahora es estar con ellos más que nunca y no sola en un cuarto tragándome las lágrimas". ¿Sabes qué hizo Luca al verme entrar otra vez? darme un gran abrazo acompañado de besitos mientras me decía "mamá tiene pupa". 



Lo que quiero decir con esto es que intentamos proteger a nuestros hijos de todo lo malo, incluso a veces de sus propias emociones. Como padres nuestro mayor deseo es que se sientan felices el mayor tiempo posible, aunque suene a utopía. Les ocultamos cosas para que no estén tristes, evitamos sus enfados y hacemos todo lo posible para mantenerlos contentos, a toda costa, y con esto a veces no les estamos haciendo ningún favor. Si no los dejamos experimentar, sentir ¿cómo van a crear estrategias que les ayuden en su futuro a resolver sus propios problemas?.

¿Por qué estoy hablando sobre emociones en el Club de la Calma? 

Hay emociones que nos roban la calma como el estrés, los nervios, la frustración, tristeza, melancolía, el enfado o la ira... y ¡ ojo!, es por partida doble. Porque no solo tengo que gestionar mi propias emociones si no que tengo que lidiar también las de mi hijo, todo un volcán en erupción de energía sin límite. Nos vienen a la mente las famosas "rabietas". El ejemplo de las rabietas me viene muy bien para explicar algo sobre las emociones. Simplificando mucho te diré que una emoción tiene una parte invisible (lo que siento) y otra parte que se ve (lo que hago cuando experimento esa emoción). En la rabieta la parte invisible puede ser un enfado, una frustración o estrés por ejemplo, mientras que  la parte que se ve es el comportamiento del niño (chillar, patalear, tirarse al suelo...). La parte que se ve es muy escandalosa y muy desagradable para nosotros. Por lo tanto la tendremos muy presente, nos preocuparemos e intentaremos poner remedio a eso que nos "molesta".

En otra emoción como la tristeza, la parte que se ve de un niño triste puede que sea mucho menos escandalosa que una rabieta, incluso que pase desapercibido. Un niño que se siente triste puede querer estar solo y no llamar la atención, su conducta puede ser "buena", aceptable socialmente. ¿Quiere decir eso que esa emoción es positiva para el niño o para nosotros? Nos llevaríamos las manos a la cabeza si alguien dice que sí. 

No hay emociones peores que otras, buenas o malas, lo que existen son comportamientos adaptativos y comportamientos a mejorar.

El mundo de las emociones es muy extenso, hay infinidad de libros en los que puedes encontrar de dónde vienen, cuál es su función, los tipos, nombres, zonas del cerebro dónde nacen. Mucha muchísima información. Pero para tranquilizarte te voy a resumir todo lo que necesitas saber para entender las emociones en un niño y aliviarte del peso que supone la incertidumbre de saber si lo estás haciendo bien. ¿Preparada? Ahí va algo que debes grabarte a fuego en la mente:

"Las emociones son involuntarias, son consecuencia de una exposición a una situación, persona, cosa, recuerdo, etc. El cerebro de un niño no es capaz de gestionar las emociones hasta bien pasada la adolescencia, así que relájate, sus arranques frenéticos son normales, y no solo eso, son evolutivos, y necesarios para prepararse para el futuro."



Una vez hayamos entendido eso, nos hayamos liberado de etiquetas y culpas varias, vamos a coger aire profundamente y a leer algunos consejos que a mí me están ayudando mucho a la hora de gestionar mis emociones y al mismo tiempo empezar a enseñar a Luca a gestionar las suyas. Espero que te sirvan de ayuda.

- En primer lugar. La mejor manera de enseñar gestionar las emociones a los niños es gestionando las tuyas en su presencia. Ellos nos imitan en todo, van a aprender de nosotros qué hacer cuando se sienten enfadados, estresados, cansados, nerviosos... Si yo estoy triste y me escondo, ellos también lo harán en el futuro. Sin embargo si estoy triste y lloro, busco consuelo, hablo de ello y me vuelvo a recomponer, esa es la pauta que ellos verán "normal". Si cuando me enfado explico por qué estoy enfadada, cuento cómo me siento y hago lo posible para volver a estar alegre aprenderán a hacerlo ellos también. Aprovecha tus propias emociones para ser el mejor profesor.

- ¡Más contacto por favor!. Cuando son bebés y tienen alguna alteración emocional por alguna necesidad no satisfecha la mejor manera de calmarlos es abrazarlos y poco a poco dejar que su respiración se acompase con la nuestra. Su cerebro es inmaduro para poder calmarse sólo, no lo estás malacostumbrando cogiéndolo en brazos. Le estás ahorrando un estrés innecesario y perjudicial. Así que más abrazos curativos y cuanto más largos mejor

- No podemos elegir las emociones que sienten pero sí ayudarles a canalizarlas mejor a través del entrenamiento en conductas más adaptativas para ellos. No puedo enseñar a mi hijo a que no se enfade, el enfado es involuntario, lo que sí que le puedo enseñar es que esa energía que se produce en el enfado se canalice de otra manera. Podemos ver juntos alternativas a dar patadas o romper cosas, como irse a su cuarto a saltar, tirar las almohadas, hacer un dibujo, respirar, contar hasta 10...
No puedo reprimir, pero sí canalizar.

- Dar confianza, empatizar con ellos, intentar entender por qué están tristes o enfadados. Ponernos a su nivel y mirarles a los ojos, ¿cómo estas? ¿qué te ha pasado? ¿cómo te sientes?, escucharles mientras se explican "a su manera" y sobretodo no minimizar sus problemas ni reírnos de ellos. Apoyarles con un "juntos vamos a resolverlo".

-Ayudarles en su autoestima, esto es hacerles sentir que son CAPACES. Ponerles objetivos alcanzables y alabar cuando se esfuercen por conseguirlos y no por cualquier cosa. Motivarles a que se superen empujándolos a ser más autónomos. Enseñarles a elegir (entre las opciones que le propongamos). Darles pequeñas responsabilidades para que se sientan importantes y útiles en casa.

- Ampliar su vocabulario emocional. Nos podemos ayudar de cuentos como el Monstruo de lo   colores, Respira, El árbol de los recuerdos, La ovejita que vino a cenar, cualquiera de la colección de "Cuentos para sentir" de Begoña Ibarrola, etc. Poner nombre a las emociones nos ayuda en el primer paso que es reconocerlas, cuando sé que emoción estoy sintiendo podré anticipar alternativas de comportamientos que me ayudan a encontrarme mejor.

- Mucha comunicación, contarnos nuestro día y cómo nos hemos sentido en algunas situaciones sencillas, si se ha peleado con algún compañero de cole, cómo se ha sentido, en qué otras situaciones se ha sentido así, qué ha sentido en el cuerpo, qué hizo, qué podría haber hecho...

Creo que con estos pequeños gestos podemos empezar a introducir en casa la gestión emocional como un hábito más, y fomentar así la Calma en casa. A nosotros no nos enseñaron y personalmente es un trabajo que me está costando mucho hacer ahora. Tener Inteligencia emocional nos ayuda a ser más positivos, a no venirnos abajo por cualquier cosa, a motivarnos y luchar por conseguir lo que queremos sin rendirnos fácilmente.

En casa vivimos rabietas, ratos de tensión por no querer esa ropa, esa cena o esos dibujos en la tele. Pero te puedo asegurar que lo vivimos con calma, por que sé que pasará, porque cada rabieta es una oportunidad para ayudarle a gestionarla, porque sé que aunque sea incómodo en público tengo que actuar exactamente igual que lo haría en casa. No es un pulso en entre él o yo, es una oportunidad para poner aún más a prueba mi paciencia. Un bebé no trae un pan bajo el brazo si no con un saco lleno de paciencia para ti, comprobado.

Sigamos respirando hondo, contamos hasta 10... Y repetimos: "Lo estoy haciendo bien".
Si has leído el post y te preocupa la educación emocional de tu hijo, créeme, lo estás haciendo bien.

Gracias por estar ahí, espero que estés alcanzando poco a poco más ratos de calma en tu vida.

Nos leemos la semana que viene,

Besos, Vanesa.

junio 17, 2019 No comentarios

– “Te amo” – dijo el principito.
– “Yo también te quiero” – dijo la rosa.
– “No es lo mismo” – respondió él.
– “Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo.
Amar es desear lo mejor para el otro, aun cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aun cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía.
Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.

Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”
– “Ya entendí” – dijo la rosa.
– “No lo entiendas, vívelo” – agregó el principito.

-Recreación literaria-
Fragmento sacado del libro "De mi alma a la tuya", de Viviana Baldo.

¿Cuántas veces dices "te quiero" al día?
¿Cuántas veces lo dices como lo dice el principito en este fragmento?
Lejos de ponernos a debatir sobre el uso correcto del "te quiero" o "te amo" (francamente me da igual lo que digamos mientras lo digamos de verdad), me gustaría reflexionar sobre el tema. 

Prepárate que hoy estoy profunda.

Siempre he sido de querer, pero no he querido bien, ni a los demás ni a mí misma. Nadie me enseñó. De niña aprendí lo que era querer en mi casa y en un ambiente no muy favorable a lo que define el texto de más arriba. Sin entrar en detalles te diré que mi educación emocional se basó en observar cómo el amor era poseer, era maltratar y convivir sin respeto y a voces. Durante años pensé que eso era lo normal y asumí que yo también sufriría ese destino. Mas tarde decidí que si eso era el amor yo preferiría vivir sin él, dura decisión que tomar a penas siendo una niña.

Con el paso del tiempo entendí, perdoné y con lo del olvido estoy en ello. 
He tenido mucha suerte de encontrar a personas buenas, que me han enseñado a querer de verdad, tanto es así que ahora no puedo parar. Aunque mi niña interior sigue estando ahí, parándome los pies, desconfiando, escondiéndose y a veces sacando las garras por mí, el pasado pesa.

Confundir el amor con necesidad, con posesión, con ganas de apretar tanto hasta ahogar, todo con tal de llenar un vacío. Y cuanto más posees y más aprietas, más necesitas. 
¿Cómo salir de esta espiral? 
Todo empieza por darte cuenta dónde está el error, cuando descubras que el fallo eres tú y dejes de echar la culpa al otro estaremos listas para empezar a darle la vuelta al amor.

Sentirte querida está bien, pero sentir que no te necesitan, que están contigo de manera voluntaria porque sí, porque disfrutan contigo sin sentir obligación de ningún tipo, eso te da alas y te hace sentir amada de verdad.




Se podría decir que he aprendido a querer sin necesitar a base de caerme muchas veces, no sin aprender varias lecciones que me gustaría compartir hoy:

  1. Conocerte. Pasas tanto tiempo preocupada por los demás, cuidando, adelantándote a lo que necesitan. Te preocupas por lo que les gusta e incluso piensas en ellos en primer lugar. Hasta que llega un día en el que no te reconoces en el espejo, no recuerdas qué música te gustaba escuchar, no recuerdas... has olvidado lo que te gusta. ¿Te suena?. Un estigma de la mujer, nacer para cuidar. Es como si lo lleváramos grabado a fuego en la piel. Afortunadamente para nosotras esto está cambiando mucho y muy rápido, tanto es así que una generación no tiene nada que ver con la anterior. Creo que ahí reside el problema, nos sentimos mal si salimos fuera de casa a dedicarnos a nuestro papel profesional porque dejamos de cuidar, y si nos quedamos cuidando nos sentimos mal por fallar a nuestra madre que luchó por darnos la oportunidad de poder estudiar. Paro que me voy del tema. El caso es que hagamos lo que hagamos estamos tan ocupadas haciendo mil cosas que nos dejamos para lo último, y lo último rara es la vez que se hace.
  2. Quererte tú primero. Al hilo de lo anterior, esto se consigue conociéndote y gustándote. Te tienes que mimar, tienes que elegirte a ti misma para pasar el rato, considerarte una buena compañía. Si hace falta haz una lista de los libros que te gustan, tus pelis favoritas, cosas con las que disfrutas a solas o con tus amigas y hazlo, hazlo a menudo. Pero lo primero de todo es intentar por todos los medios encontrar esos ratitos a solas.
  3. Agradece y refuerza cada gesto del otro. A menudo estamos tan inmersos en nuestra espiral que no vemos los buenos gestos que tienen con nosotras, y levanto la mano en esto. No es ni más ni menos que "trata al otro como te gustaría que te trataran a ti". Y no es que seamos ogros ni mucho menos, pero cuando algo nos gusta de alguien debemos decirlo. Primero, porque ser agradecido hace que te sientas bien contigo misma. Y segundo porque algo que es reconocido y agradecido se repetirá más en el futuro, tú también te obligarás a tener buenos gestos, a dar y soltar cada vez más y eso se convertirá en la tónica general, te saldrá sin esfuerzo.
  4. Reconoce cuando sale a flote la posesión. Creo que este punto es el más difícil y exige mucha sinceridad por nuestra parte. Es un ejercicio de cada una poner encima de la mesa cuales son nuestras necesidades de apego reales y cuales son puro egoísmo. Reconocer en cada enfado o  cada "click" de mal rollo en nuestra cabeza si es algo infundado o realmente es que la cosa se va de madre. Esto es muy personal y cada relación es un mundo. A modo de ejemplo, mi chico es muy de hacer mil cosas, ha competido en triatlón, le gusta la bici, colecciona juguetes antiguos y porque no tiene más tiempo... A lo largo de nuestra relación he aprendido que cada persona necesita su espacio para cultivarse, porque necesitamos airearnos por separado, es sano y necesario. Poner trabas a esto lo único que hace es hundir al otro. Expón cuáles son tus necesidades (por ejemplo: necesito por lo menos una noche para mí y otra contigo a solas) llegad a un acuerdo y después, a volar!.
  5. No esperes a que la otra persona sea como tú quieres. Rodéate de gente y experiencias que te llenen y no pongas todas tus expectativas y necesidades en tu pareja. Antes era el cine y ahora el "falso postureo" en las redes, una imagen idílica de perfección en la que la pareja lo tiene todo, es perfecta, no se discute, lo tienen todo en común y no se agobian, con los mismos gustos y necesidades. ¿En serio? ¡eso sería de lo más aburrido!!. Con tu pareja puedes compartir ciertos gustos e intereses, pero también necesitar a tus amigos con los que compartes otros intereses distintos, y no hay nada de malo en eso. Es normal decepcionarse cuando idealizas, cuando "esperas" a que se comporten de cierta manera. El amor de verdad acepta a la persona tal y como es, sin esperar.
Las relaciones son tan complejas, entran en juego tantas variables, que a veces creo que es un milagro que permanezcamos juntos tanto tiempo. 
Supongo que el respeto y el no "cosificar" al otro tiene mucho que ver. No somos cosas con dueño al que pertenecer, al igual que tampoco me pertenece nadie, ni si quiera mi hijo me pertence (de esto ya hablaremos otro día). 

Realmente es una idea contradictoria, cuanto más te dejo volar, más te quiero. Es el momento de revisar nuestras creencias y empezar a entender que querer es alentar a la otra persona a ser feliz por sí misma, y como diría el principito en el texto del principio:

"No lo entiendas, vívelo"

¿Estás de acuerdo con esta reflexión?, me encantaría leer tu opinión.

Nos leemos la semana que viene, gracias por estar ahí.

Besos, 

Vanesa.


mayo 20, 2019 No comentarios
Ayyy... la felicidad. Creo que he hablado muchas veces de la felicidad. Ese estado utópico que nos está esperando en un futuro cuando terminemos de pagar la hipoteca, nos toque la lotería, lleguen las vacaciones, etc, etc. Habrá veces que los objetivos sean alcanzables y otras no, porque no sé a ti pero a mí nunca me ha tocado la lotería, y de aquí a que termine de pagar la hipoteca Luca ya tendrá sus propios hijos... Pero en ocasiones esos puntos en los que depositas toda tu fé y energía llegan, los alcanzas. Terminas la carrera, consigues trabajo, te casas, tienes un hijo, llegan las vacaciones, te curas de aquello que te preocupaba, tu familia también... Pero, ¿la felicidad? ¿no se supone que la iba a encontrar en cuanto llegaran todas esas cosas o en cuanto se alejara lo malo?.


Creo que, en general, ese tipo de pensamiento es erróneo. El párrafo anterior está lleno de afirmaciones con sujetos pasivos, "la felicidad me va a llegar por sí sola, aquí sentadita en el sofá". Ya hemos hablado en anteriores entradas que la percepción de la felicidad aumenta cuando nuestro pensamiento se centra en el presente, en el aquí y ahora. Y eso es más fácil de conseguir si nos movemos, si hacemos cosas con las manos, con los pies o con todo el cuerpo. Es el momento de cambiar ese sujeto pasivo y llenarnos de acción, puedo afirmar y no equivocarme al decir que para encontrarse bien hay que esforzarse. 

Porque bonita, si haces lo de siempre, te encontrarás como siempre.

Si te dejas llevar por la inercia de la rutina terminarás cumpliendo con tus obligaciones y el tiempo que te queda lo invertirás consumiendo información de manera pasiva. Y enfatizo "PASIVA". Sentirse bien o la felicidad (me da igual cómo lo llamemos) empieza cuando te mueves, cuando cambias pequeños gestos cotidianos. El ser humano se acostumbra relativamente rápido a estos gestos y cuando menos te lo esperas te toca salir otra vez de tu zona de confort para incorporar cosas nuevas. Lo que te ayuda hoy quizás mañana no lo haga.

Para esto no hay secretos, el primer paso es conocerse. Y cuando digo conocerse amplío a respetarse, ser sincera y no engañarte a ti misma. Ésto hay que currárselo y sudar la gota gorda amigas.
Han tenido que pasar años para darme cuenta de que no soy la superwoman que creo que esperan de mí. En el reparto de "días bajones" por lo visto estoy en primera fila porque los siento a menudo. Estos vienen cuando menos te lo esperas y para ellos hay que tener un "kit para días bajones". Pero el bajón que no falla, el que viene seguro es el de cambio de estación. 
Soy muy sensible a los cambios de estación y suelo sentir que me falta la energía y la ilusión cuando llega el otoño, el invierno, y la primavera (curiosamente en verano no).
De hecho y revisando el blog tengo entradas que lo demuestran:

  • Sobrevivir a Octubre. Una confesión encubierta de "hola, me llamo Vanesa y estoy de bajón".
  • 5 trucos para blanquear la Navidad. Manifiesto a los días grises y a cómo dejarlos pasar sin secuelas.
Si le quieres poner nombre pues se lo ponemos, se llama Astenia estacional y pasa por sí sola en unas dos semanas hasta que el cuerpo se aclimata al cambio. Pero, ¿durante esas dos semanas qué hacemos?. Descansar todo lo posible no funciona y terminas encontrándote peor.

No nos queda otra: 3, 2, 1...ACCIÓN. Tanto bajón me ha convertido en una experta en encontrar pequeñas cosas para sentirme mejor y por ende disfrutar de pequeños momentos de felicidad que quiero compartir contigo. 

Vamos con mi lista de píldoras anti-bajones:

1. Vitaminas. A mí me van de lujo. En esta época y en otoño me pongo fina a jalea real y me sienta divino. Pero lo mejor es que preguntes en tu farmacia de confianza.

2. Saca la agenda y organízate la semana. También hablamos en otro post sobre todo lo que ayuda la organización a sentirte mejor (me estoy dando cuenta de que esto es un tema estrella en el blog). 

3. Siéntate café en mano y empieza a bloquear huecos para tí y poder hacer todo lo que viene a continuación.

4. Releer "Cosas no aburridas para ser la mar de feliz" de Mr Wonderful. Y si no lo tienes merece la pena como autoregalo.

5.  Date un capricho. En forma de cremita para la cara, algo que lleva meses en tu "wish list", un masajito... Mi capricho ha sido la camiseta la primera foto, hacía meses que le tenía echado el ojo.
Salir a comer con amigas. Organiza una comida de esas en las que se arregla el mundo, y nacen ideas locas.
6. Ponte guapa. Un poquito de sombra aquí, barra de labios roja hace milagros.

7. Planear una escapada. Pero de verdad, siéntate frente al ordenador y marca un destino, aunque sea cerquita.

8. Salir a dar un paseo, ir por fin al gimnasio, o lo que sea pero cánsate. Yo cuando no tengo tiempo me dedico a subir y bajar las escaleras del edificio durante 15 minutos y luego una ducha exprés. Te quedas nueva y de un buen humor que es gloria.

9. Cómprate una planta (y riégala).

10. Ordenar el cajón desastre de tu mesita de noche. Pocas cosas reconfortan más que llenar una bolsa de bragas viejas. Hazme caso, ve a primark y coge un par de paquetes de braguitas monas de encaje y tira las que tienes en el cajón que llevan tiempo pidiéndote morir.

11. Velas y esencias. Unas gotitas de aceite esencial de lavanda o eucalipto en el difusor cambia radical el ambiente de tu casa.

12. Vaciar la bandeja del correo electrónico. Esto es basura electrónica y hay que tirar, tirar, tirar!!!

13. Invéntate un plato nuevo de pasta cual chef.

14. Cambia los muebles de sitio.

15. Cuelga el dichoso cuadro que tienes esperando meses.

16. Da un abrazo a alguien especial que dure como mínimo 7 segundos ;)

17. Siéntate y escribe lo que te pasa. Y si no eres de escribir manda un audio a tu mejor amiga desahogándote y llora si hace falta.

18. Pon sábanas limpias y rocíalas con un poco de colonia fresca (si es de lavanda mejor). Ya verás que gustito esta noche.

19. Piensa en algo que te dé miedo, escríbelo en un papel, ahora arrúgalo, rómpelo, tíralo al suelo y ponte a bailar encima de él la canción del punto siguiente.

20. Ponerte "Girls just want to have fun" de Cindy Lauper a todo trapo y a haz la loca por tu casa.


Sé que había dicho 20 píldoras pero añado una más, cuando puedas y el tiempo te lo permita desayuna fuera de casa. Desayunar fuera hace que te organices y estés preparada para afrontar el día desde bien temprano, si quedas con alguien mucho mejor y si te tomas un café radioactivo de bar no hace falta ni que te tomes la jalea real ese día. Los desayunos fuera de casa deberían estar recomendados por la Organización Mundial de la Salud y ser patrimonio de la UNESCO.

Así que si no quieres ser "Khalessi Reina de bajones" ya estás tardando en hacer tu propia lista de píldoras para la felicidad. Me encantaría que me escribieras en algún comentario qué te ha parecido la mía y si añadirías algo más que te funciona a ti. Seguro que entre todas damos con la fórmula perfecta.

Gracias por estar ahí, nos leemos la semana que viene.

Besos, 

Vanesa.

mayo 13, 2019 1 comentarios
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¡Hola! Soy Vanesa, una mamá novata de trentaitantos a la que le gusta disfrutar de las pequeñas cosas siguiendo un ritmo slow e intentando llevar mi maternidad con calma. Me chiflan las cosas bonicas, la fotografía, la comida, los planes en familia y andar en furgo recorriendo el mapamundi.


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